A un adulto, cualquier médico le haría estas cinco recomendaciones para una existencia longeva y saludable: No fumar ni beber alcohol, consumir fruta y verdura pero no comida basura y practicar ejercicio físico a diario. ¿Por qué nos las saltamos?
Hay al menos diez factores que sabemos, a ciencia cierta, que nos pueden conducir a una nueva pandemia. Entre ellos las guerras (y estamos inmersos en una), la deforestación, la globalización, la caza y el tráfico ilegal de especies.
No es lo mismo ingresar “por” covid-19 en un hospital que ingresar “con” covid-19 pero a causa de otra enfermedad. Diferenciarlo es importante si usamos los datos de hospitalización para valorar la evolución de la pandemia.
La novedad más importante de la nueva “Estrategia de vigilancia y control frente a covid-19” española, vigente desde este lunes, es el abandono de la realización de pruebas diagnósticas y aislamientos. Supone un cambio radical respecto a todo lo que hemos venido realizando hasta ahora.
La visión de un mundo libre de tuberculosis, ahora que sufrimos los efectos de la pandemia covid-19, está más lejos que nunca. La gran dedicación de recursos humanos y económicos a la nueva pandemia ha puesto en jaque los costosos avances logrados en prevención y control de la tuberculosis en los últimos años.
La invasión de Ucrania por parte de Rusia hace que, por desgracia una vez más, tengamos que recordar lo que parece una obviedad: la guerra es mala para la salud. Y no solo porque se cobra un alto precio en vidas de los propios combatientes.
Ante la sexta ola, los hay que abogan por “gripalizar” la covid y quitarle hierro (e importancia), y los hay que consideran que ese enfoque costará demasiadas vidas y que hay que apostar por la prudencia.
Queda fuera de toda duda que las vacunas contra la covid-19 han disminuido la mortalidad de esta enfermedad en menos de un año. Se prevé muy pronto su recomendación en niños entre 6 y 12 años, y quizás después se extienda a menores de 6 años? ¿Es necesario? ¿Es ético?
Se previene la enfermedad desde la clínica, con vacunas y con la detección precoz de enfermedades. Pero también evitando la contaminación, creando zonas verdes, evitando la explotación laboral y atajando la pobreza con el ingreso mínimo vital. Hablamos de salud pública.
La pandemia produjo una distorsión de las redes de vigilancia de la gripe para pasar a una vigilancia simultánea de todos los virus respiratorios. Estos son los más abundantes.
La sexta ola de covid-19 se producirá en un contexto de inmunización generalizada con un impacto en vidas humanas más leve. Sin embargo, debemos cuidar de las personas con mayor susceptibilidad.
La atención a las causas de las causas requiere estrategias a largo plazo y recursos que no reportarán resultados inmediatos. Solo así podremos prepararnos para la siguiente pandemia.
Hoy queda un día menos para la próxima pandemia. Esa es la cruda realidad, el motivo por el que la ONU ha establecido el Día Internacional de la Preparación ante las Epidemias. Estudios recientes sugieren que la clave es la meta global 7-1-7.
El mantra de “la COVID-19 no entiende de clases sociales” fue repetido durante los primeros meses de la pandemia para mostrar que todas las personas somos susceptibles de ser contagiadas. Pero no todos somos susceptibles de la misma manera.
Dejar en manos de la responsabilidad individual la solución a la pandemia diluye el énfasis en lo que los gobiernos deben hacer y va contra todo lo que hemos aprendido durante la pandemia y contra las mismas bases de las actuaciones de salud pública.
Ahora que tenemos vacunas contra la covid-19 empezamos a prestar más atención a otros aspectos, como el tratar de poner fecha al primer caso. En esta tarea los modelos matemáticos pueden ayudarnos.
Para el abordaje multidisciplinar de futuras pandemias como la actual del SARS-CoV-2, es necesario contar con profesionales formados específicamente y es imprescindible tener un cuerpo de reflexión e investigación capaz de prever problemas y de plantear soluciones.
¿Cómo será el segundo verano de la pandemia? ¿Será igual que el anterior? Para plantearnos los posibles escenarios, debemos analizar tres facetas: el virus, el medio ambiente y la población humana.
El abuso de ultraprocesados contribuye a las tres formas de malnutrición: obesidad por exceso de ingesta calórica, alimentación insalubre y desnutrición por mala calidad nutricional. La alta penetración de estos alimentos es un problema de salud pública de primer orden aún no resuelto.
Profesor Titular. Dpto. de Medicina Preventiva y Salud Pública (UV). Unid. Mixta Investigación Enfermedades Raras FISABIO-UVEG. CIBER Epidemiología y Salud Pública, Universitat de València
Catedrático de Microbiología, Departamento de Ciencias de la Salud, Instituto de Investigación Multidisciplinar en Biología Aplicada, Universidad Pública de Navarra
Catedrático de Genética. Responsable de la Unidad Mixta de Investigación "Infección y Salud Pública" FISABIO-Universitat de València I2SysBio. CIBER Epidemiología y Salud Publica, Fisabio