El entorno virtual en el que se mueven los adolescentes nos obliga a buscar métodos más modernos y a contar con ellos para diseñar la asignatura de educación sexual.
La ley española permite que se enseñe educación sexual pero no establece cuándo ni por parte de quién; en otros países europeos tampoco hay consenso sobre la mejor manera de hacerlo.
El aumento del consumo de pornografía desde edades tempranas plantea preocupaciones sobre el impacto en el desarrollo sexual y psicológico de los jóvenes. Estudios sugieren vínculos entre el consumo de pornografía y la desigualdad de género, el sexismo y la violencia sexual. La regulación del acceso de menores a contenidos pornográficos es esencial.
Los jóvenes y los menores tienen una nueva forma de consumir pornografía que encierra todo un sistema de descontrol y falta de supervisión por parte de los adultos. Sus efectos son nocivos para su educación sexual. Veamos algunas posibles soluciones.
¿Puede estar la pornografía promoviendo el refuerzo de estereotipos sexistas y la percepción de que la violencia, especialmente hacia las mujeres, es algo aceptable?
Algunas de las grandes empresas digitales no solo fomentan la prostitución en línea y no protegen a las mujeres, también ingresan grandes cantidades de dinero gracias a las webs porno femeninas.
Detrás de cada menor que abusa sexualmente y en grupo hay diferentes causas, pero el porno violento en edades tempranas y la falta de educación afectivo-sexual están entre ellas.
Durante la adolescencia, no está desarrollada completamente la capacidad de control mientras que se agudiza el sistema de recompensa. Eso nos hace más vulnerables a caer en comportamientos compulsivos.
La mezcla de pornografía e internet está teniendo un impacto en las creencias, prejuicios y expectativas de los jóvenes en sus primeras relaciones sexuales. Una influencia que no fomenta la igualdad.
Durante la adolescencia, desarrollamos nuestra moral autónoma. El entorno virtual en el que socializan los jóvenes hace más difícil este aprendizaje, tanto para ellos como para profesorado y familias.
Los humanos somos seres sexuales desde que nacemos. La información y la educación, en el ámbito escolar, ayudan a resolver dudas y pueden fomentar el respeto y el autoconocimiento.
Internet facilita el acceso de los adolescentes a la pornografía, lo que aumenta las posibilidades de que la consuman de manera problemática. Varias terapias psicológicas pueden ayudar a que se desenganchen.
Abusar de la pornografía afecta a la satisfacción en las relaciones sexuales, cosifica a las personas y altera áreas del cerebro. Además, impide la maduración afectivo sexual de los jóvenes.
Durante la niñez surgen las primeras dudas sobre sexualidad. Ante tales preguntas, los jóvenes buscarán respuestas. ¿Quién debe dárselas: la escuela o la familia?
La educación sexual de las nuevas generaciones está quedando en manos de la pornografía. Las niñas están interiorizando mensajes exagerando su interés por su aspecto físico y adoptando roles y comportamientos sexualmente estereotipados, autocosificándose.
Las nuevas formas de consumir porno por parte de los adolescentes, y también de los adultos, y la ausencia de una educación afectivo sexual de calidad en los centros educativos y en las propias familias genera machismo, explotación sexual infantil y relaciones de sexo violentas.
Un estudio de la Comisión Europea revela que el consumo de internet ascendió a una media de entre seis y siete horas y media diarias durante el confinamiento, lo que abrió la puerta a riesgos bien conocidos para millones de menores: ciberacoso, pornografía y desinformación, entre otros.
El consumo de pornografía entre adolescentes puede fomentar conductas sexuales de riesgo. Afecta a su percepción sobre el sexo y los roles de género y puede estar asociado con aspectos como permisividad sexual, agresividad, violencia, coerción sexual y victimización.
El putero no ha cambiado su perfil durante la pandemia. Ni siquiera su gramática cruel y sexista. Lo que sí ha modificado es su forma de acceder al sexo a cambio de dinero. El confinamiento ha hecho que se reinvente el negocio.
Las diferentes situaciones de confinamiento que estamos viviendo propician que los jóvenes se relacionen a través de las redes sociales y que las utilicen con fines sexuales. El consumo de pornografía y el “sexting” pueden llegar a convertirse en algo demasiado frecuente en estos momentos.
Profesora en el Departamento de Ciencias de la Educación en el área de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Facultad de Educación de Bilbao, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
profesor en el departamento de Didáctica y Organización Escolar en la Facultad de Educación, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Docente del departamento de Didáctica y Organización Escolar. Facultad de Educación de Bilbao, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea