Los partidos políticos de gobierno en España, PSOE y PP, han mostrado en las últimas semanas su posición con respecto a la maternidad subrogada, fruto de la evolución de sus posiciones en temas morales en las últimas décadas.
La Declaración de Casablanca, firmada a principios de marzo por expertos de 75 países, concluyó que el deseo de muchas personas de tener un hijo no puede ser a cualquier coste. La abolición universal de la gestación subrogada es necesaria porque, a pesar de que pocos países la aceptan legalmente, las agencias y clínicas que se dedican a este negocio actúan en un mercado global.
Una investigadora de la Universidad de Oslo ha publicado recientemente un artículo científico en el que defiende la pertinencia de que las mujeres en muerte cerebral sean utilizadas para gestar, comparándolo con los testamentos vitales en los que se expresa un deseo de ser donante de órganos.
El Código de las Familias, que se aprobó en Cuba el pasado mes de septiembre, permite el matrimonio igualitario. Más de 100 parejas se han casado ya. Parece que la isla intenta quitarse el lastre homófobo que comenzó poco después del triunfo de la revolución castrista.
En plena guerra, los padres de intención deben recoger a sus hijos en la frontera del país, en un lugar seguro. La situación y los problemas legales que genera están poniendo en evidencia el peligro para los bebés y sus madres biológicas.
El profesor de Harvard Michael Sandel reivindica la filosofía para revitalizar la democracia y pone coto al uso del dinero: no todo puede ser vendido y comprado. La mercantilización masiva hace crecer las desigualdades.
La gestación subrogada plantea un debate con numerosas aristas: ¿qué sucede con los derechos fundamentales? ¿existe un derecho a la procreación? ¿se tiene en cuenta la perspectiva de género?