Lo sorprendente no es que los políticos mientan, oculten o falseen información. Lo novedoso es que dichas mentiras, aun cuando se desvelen como tales, hoy en día no parecen ser castigadas por el electorado. ¿Por qué ocurre esto?
Los candidatos Trump y Biden llevan más de 180 millones de dólares gastados en anuncios en Facebook. Es necesario un control y normas específicas si no queremos que el voto se mercantilice.
Los trolls se ponen creativos con su decepción electoral.
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Lo que publican cambia con el tiempo, según la coyuntura, arman nueva propaganda; amplifican mensajes creados por otros, y su material y método varia según la red.
La inmensa mayoría de grupos parlamentarios en el Senado respaldó a finales del pasado noviembre una ley que permite a los partidos recopilar datos personales sobre opiniones políticas en el marco de sus actividades electorales para elaborar perfiles ideológicos. Pero, ¿esta opción es lícita? Algunos expertos han dado la voz de alarma.