Onintze Parra Ipiña, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea and Ander Portillo Bazaco, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
La tecnología ya permite capturar y almacenar dióxido de carbono para eliminarlo de la atmósfera, pero ¿y si pudiéramos darle una nueva vida?
El pozo Mosquitera es una mina de carbón clausurada en 1989, situada en la antigua zona minera de Siero, Asturias.
Gombau / Shutterstock
Los bosques mineros, aquellos que crecen hoy sobre los otrora pozos de carbón en Asturias, adquieren protagonismo en la transición energética gracias a su capacidad para capturar dióxido de carbono.
El greenwashing –también llamado ecoblanqueo– y la plantación masiva de árboles sobre todo en regiones tropicales puede resultar más perjudicial que beneficioso. Antes de plantar nuevos bosques, aseguremos los que ya existen.
Algunas rocas, como estas basálticas de El Hierro (Canarias), pueden atrapar el dióxido de carbono.
Liam Adam Bullock
Liam Bullock, Instituto de Geociencias de Barcelona (Geo3Bcn – CSIC); David Benavente, Universidad de Alicante; José Luis Fernández Turiel, Instituto de Geociencias de Barcelona (Geo3Bcn – CSIC), and Juan Alcade, Instituto de Geociencias de Barcelona (Geo3Bcn – CSIC)
Las rocas ricas en magnesio y calcio se disuelven naturalmente en contacto con el CO₂ atmosférico y el agua de lluvia. Si incentivamos este proceso podremos secuestrar carbono en forma de minerales.
Iman Rahimzadeh Kivi, Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA - CSIC) and Víctor Vilarrasa Riaño, Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA - CSIC - UIB)
Uno de los principales temores sobre las tecnologías de eliminación de dióxido de carbono es que haya fugas. Los autores han comprobado que no tienen por qué producirse si se elige el emplazamiento adecuado.
Terreno inundado en el Parque Nacional de Doñana (Andalucía, España).
Bimserd / Shutterstock
La alta actividad biológica de los humedales los convierte en uno de los ecosistemas que más pueden contribuir al secuestro de carbono, pero también a emitirlo cuando su salud se degrada.
Planta de captura directa de dióxido de carbono de la empresa Climeworks en Hinwil (Suiza).
Climeworks
Las tecnologías de captura directa del aire atrapan el dióxido de carbono mediante filtros, membranas o sustancias líquidas. Este tipo de soluciones son necesarias para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones.
Central de carbón en Rotterdam (Países Bajos).
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Las tecnologías para secuestrar dióxido de carbono son una estrategia útil para luchar contra el cambio climático, pero solo si las emisiones absorbidas se almacenan o utilizan de forma sostenible.
Además de la implantación de las renovables, las tecnologías de captura de CO₂ son un factor fundamental para la transformación energética. La basada en el uso de caliza es especialmente sostenible.
Los sumideros terrestres absorben cada vez menos CO₂ y es previsible que en apenas unas décadas los ecosistemas emitan más dióxido de carbono del absorbido.
Instalación de captura y almacenamiento de dióxido de carbono en central térmica de Schwarze Pumpe, Brandeburgo, Alemania.
EPA/BERND SETTNIK
Stephanie Flude, University of Oxford and Juan Alcade, Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera (ICTJA - CSIC)
La tecnología de captura y almacenamiento de dióxido de carbono no ha conseguido hasta ahora disminuir las emisiones globales, y se nos acaba el tiempo.
Doctor en Ingeniería Química en la Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea