Esta pandemia ha sido caldo de cultivo para el desarrollo de nuevas fobias y ha supuesto un aumento alarmante de los trastornos mentales en personas vulnerables o con predisposición.
Es posible que niños y adolescentes somaticen sus preocupaciones y experimenten dolores coporales. Aunque el origen no sea físico, el malestar es real en la gran mayoría de los casos.
La salud mental de nuestros adolescentes es una corresponsabilidad social. Debemos contribuir a reducir el sufrimiento y, con ello, los pensamientos y los intentos de suicidio.
La pandemia nos ha hecho pagar un importante peaje psíquico. Vivir confinados, inmersos en la incertidumbre, perdiendo seres queridos y trabajo, ha hecho flaquear la salud mental. Tanto hemos hablado de ella que parece que ha empezado a evidenciarse el peso que tiene.
Vacaciones, reuniones sociales, regalos, atracones, celebraciones. Si tras recrear esta imagen en su cabeza siente agobio, es posible que esté experimentando estrés por la navidad. Pero hay formas de gestionarlo.
A mayor riesgo de pobreza o exclusión social, más síntomas de problemas de salud mental en la infancia. El estrés y el perfil parental, así como el contexto físico del barrio, también influyen.
Con casi cuatro mil fallecimientos en 2020 el suicidio fue la primera causa de muerte externa en España en 2020. Sepamos cómo detectar posibles tentativas de suicidio entre nuestros allegados con algunas señales evidentes.
Los parques y espacios verdes son una oportunidad para cuidar nuestra salud y proporcionan una vía para proteger el planeta, de forma que podamos ser felices durante más tiempo en un medio habitable.
Los problemas psicológicos aumentan en la infancia y la adolescencia, y los colegios e institutos son los mejores lugares donde detectarlos. Hacen falta más profesionales ahora que los menores son más vulnerables.
La adolescencia se consideraba una etapa vulnerable para el desarrollo de conductas de riesgo para la salud. Sin embargo, necesitamos intervenciones centradas en resultados positivos de su desarrollo.
En el ‘Black Friday’ se intensifican las compras compulsivas. Sin embargo, diagnósticos como la adicción a las compras son insuficientes para explicar este patrón, síntoma de nuestra sociedad de consumo.
Existe un riesgo importante en el deterioro de la salud mental de las personas que enviudan, especialmente en los primeros años posteriores a sufrir la pérdida de su pareja.
¿Le ha pasado alguna vez que su mente haya desconectado durante una tarea para pensar en temas de lo más diverso? Es un fenómeno común, tiene nombre y quizá se relaciona con la ansiedad.
A pesar de que concebimos el estrés como una consecuencia negativa de una situación ‘preocupante’, este puede ayudarnos en la elaboración de la reacción, como mecanismo de supervivencia.
Hay periodos en los que el ansia por comer está más presente que otros. En ocasiones, se potencia durante la premenstruación o la posmenopausia. ¿Qué hay detrás de estas exigencias fisiológicas?
En casi dos años de pandemia, tras el distanciamiento social, las pérdidas personales y una continua incertidumbre, ha aumentado el malestar psicológico. Especialmente en los grupos más vulnerables.
Tras los confinamientos provocados por la pandemia, la demanda de atención en salud mental se ha disparado. Más gente declara necesitar ir a terapia. Y cuanto más horas pasamos conectados, más búsquedas en Google sobre cómo sentirnos bien.
Aunque despertemos en mitad de la noche con ataques de ansiedad o apenas podamos ir a trabajar porque todo se nos hace cuesta arriba, hablar de ello y ponerle remedio aún es un tema tabú. Este domingo se celebra el Día Mundial de la Salud Mental.
Doctor en Psicología, Master en Neurociencias y Biología del Comportamiento. Profesor de postgrado y director de TFM en la Universidad Internacional de La Rioja y en la, Universidad Internacional de Valencia
Doctor en Psicología Clínica. Director del Máster en Gerontología y Atención Centrada en la Persona (Universidad Internacional de Valencia), Universidad Internacional de Valencia