Como servicio al público, capaz de contribuir a la formación de audiencias críticas y bien informadas, el periodismo puede jugar un papel fundamental en el diálogo entre ciencia, política y sociedad para contrarrestar los efectos nocivos de la desinformación, las teorías de conspiración y los movimientos anticiencia y antivacunas.
El auge de aplicaciones como Twitter, Facebook o Instagram ha dado origen a una nueva era en la difusión de información sanitaria. Los datos que publican son muy útiles para la investigación médica.
Los adultos de más de 50 años son responsables en un 80 % de la difusión de noticias falsas en Twitter y los mayores de 65 las ven en Facebook siete veces más que los usuarios de menos edad.
Parece que a mayor edad, más vulnerable se es a esta forma de engaño.
Las redes sociales fomentan una relatividad absoluta en la que la verdad puede ser personalizada a gusto de cada usuario. Contra esta interpretación excesivamente subjetiva de la verdad clamaba Umberto Eco en sus últimos escritos.
Inés Alegre, IESE Business School (Universidad de Navarra) and Josep Valor, IESE Business School (Universidad de Navarra)
El menor dogmatismo y la mayor capacidad de cuestionar las creencias de uno mismo, más acentuados en los liberales que en los conservadores, tiene una traducción directa en la capacidad de discernir noticias falsas de las verdaderas.
Organizaciones internacionales detectaron a mediados de junio más de 6 000 noticias falsas desde el inicio de la pandemia. En España, los bulos pasaron de un 32,5 % un mes antes de la crisis a un 67,5 % un mes después. Muy pocos autores han sido identificados.
Mientras centenares de científicos en todo el mundo se afanan por encontrar vacunas para la COVID-19, los movimientos antivacunas pueden poner en peligro su credibilidad.
Consumir noticias con más cautela y contrastar la información en distintas fuentes son dos principios básicos para distinguir entre verdad y mentira, una condición básica de la comunicación en democracia.
Investigadores de la Universidad de Navarra y del Centro Nacional de Supercomputación publican hoy la investigación más exhaustiva hasta la fecha en torno a los bulos sobre la pandemia de coronavirus.
Si preferimos que alguien compruebe por nosotros qué es verdad y qué no, acabará mintiéndonos ‘por nuestro bien’, que es la más persistente y repetida mentira de la historia.
El problema de la desinformación y la proliferación de bulos en las redes es otro de los grandes asuntos de la pandemia. Los autores rechazan reducir el debate sobre la desinformación a la discusión sobre su persecución legal.
La proliferación de noticias falsas constituye un desafío capaz de debilitar los pilares de la salud pública. Los ciudadanos tienen herramientas para combatir las intoxicaciones informativas. ¿Pero saben cómo usarlas?
El periodismo también se la juega en la crisis del coronavirus. Dos expertos en Salud Pública de la Universidad de Oxford ofrecen diez consejos para que los medios se conviertan en un refugio seguro frente a la epidemia de desinformación.
En la información relativa al coronavirus ha habido fake news, pero también intentos de contextualizar los hechos y dar pautas de conducta proporcionadas. ¿Por qué ganan la partida las primeras?
Profesor e investigador en el Máster de Comunicación y Educación en la Red y el Máster de Periodismo Transmedia, UNED - Universidad Nacional de Educación a Distancia