La docencia universitaria no se practica ni se enseña antes de ejercerla: exploramos los programas de formación que se podrían implantar y su impacto en los profesores empiezan.
Las leyes actuales regulan las condiciones laborales y tratan de prevenir la corrupción; sin embargo, el buen hacer de docentes e incluso estudiantes también debería estar sujeto a cierta exigencia.
A partir del debate abierto en torno a la reforma universitaria, el autor rechaza algunos lugares comunes y recuerda, por ejemplo, que en España su sistema universitario es satisfactorio en su desempeño y la mayoría de sus universidades públicas son de calidad internacional reconocida.
Poner al estudiante en el centro del sistema es un objetivo loable. Pero el ámbito universitario no debería quedar fuera de este cambio de paradigma educativo.