Pensamos que la inteligencia artificial es autónoma, pero tan solo es un objeto sujeto a un ‘software’. Por ello quizá no quepa hablar de una ética para las máquinas, sino de una ética para los humanos que utilizan la inteligencia artificial. ¿Con qué objetivo? Buscar la vida buena aristotélica. ¿Con qué ética? Ese es el debate.
Los robots sociales están desempeñando un papel decisivo durante la pandemia COVID-19. La creciente implementación no solo evidencia su utilidad, sino también cómo el miedo a estas máquinas autónomas se desvanece ante un frente común.
¿Se pondría usted en manos de un robot para una cirugía? Los robots que operan existen hace más de lo que imaginamos. Incluso hay algunos que ya son autónomos. El proyecto universitario europeo Hipernav trabaja para que los robots operen tumores.
El desarrollo de los robots les va dotando progresivamente de autonomía y capacidad de decisión. Pero, ¿son equiparables jurídicamente a las personas? ¿Podrían llegar a serlo?
Los avances en inteligencia artificial llegan hasta tal extremo que las máquinas son capaces de crear obras por sí solas. ¿Debe el ordenamiento proteger dichas obras? ¿A quién pertenece su titularidad: a la máquina, a la persona detrás de la máquina o a nadie? La regulación de esta cuestión requiere de normas jurídicas flexibles.
¿Debemos aceptar que se compartan los datos que los robots de limpieza recogen en las viviendas? ¿Qué límites se deben imponer? ¿Qué mecanismos tenemos para ejercer nuestros derechos?
El mundo que plantean las películas futuristas ya está aquí: tenemos en nuestras manos la posibilidad de evitar que el desenlace sea tan catastrófico como en el cine.
Las particularidades del movimiento de los caracoles ha servido de inspiración para el diseño de máquinas con materiales blandos y capaces de desplazarse en condiciones especiales.
El sistema de teleasistencia LARES combina el uso de sensores, técnicas de inteligencia artificial y un robot autónomo para monitorizar y detectar emergencias en el hogar de personas dependientes.
Abanderada de las ‘calm technologies’, Case defiende la cooperación frente a la imposición en las relaciones del ser humano con las máquinas. Los humanos no deben actuar como robots y el desarrollo tecnológico debe orientarse, bajo principios éticos y morales, a liberar tiempo para que seamos más libres y creativos.
Las personas en contacto con robots sociales, especialmente ancianos y niños, pueden llegar a establecer vínculos de apego que alteren su desarrollo moral y las relaciones con humanos.
El pensador alemán, experto en las relaciones entre los humanos y la tecnología, aboga por un giro radical en la educación si queremos asegurar el futuro de la humanidad.
Aníbal M. Astobiza, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea and Daniel López Castro, Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS - CSIC)
El campo de la IA está cerca de poder desarrollar máquinas de guerra artificialmente inteligentes -armas autónomas letales-. La pregunta es si debemos hacerlo.