La filosofía del lenguaje es una disciplina que se ha ocupado tradicionalmente de estudiar la capacidad que tiene el lenguaje de significar. Esta disciplina está experimentando un giro político.
Escribir contra la democracia se ha convertido en una actividad académica muy demandada. Los laboratorios contra la democracia se articulan gracias a una extensa red de productores y consumidores.
No es descabellado pensar que los estallidos de violencia negacionista de los últimos días guarden relación con el aumento de la polarización afectiva en la opinión pública española. Hay razones para estar preocupados.
Dedicando el tiempo necesario y prestando el suficiente interés conseguiremos decidir de manera racional si aquello que consideramos bueno y malo lo es realmente.
La creciente moralización de la política parece deseable porque podría fortalecer la integridad de los políticos, reduciendo la corrupción. Pero un debate político moralizado en exceso puede dañar nuestra convivencia democrática.
Las “fake news” y la posverdad son solo dos caras de las secuelas de la tecnología en la democracia. La política se ha desvinculado de la verdad para entregarse al emocional lenguaje del espectáculo.