Conocernos, detectar lo que nos gusta o molesta y lo que están sintiendo otros, tener buenas dotes de comunicación y relación son rasgos cada vez más buscados en el entorno laboral.
Los 300 aforismos contenidos en “El arte de la prudencia” (1647), del padre jesuita y escritor del Barroco español Baltasar Gracián, son perfectamente aplicables a la gestión empresarial del siglo XXI.
La inteligencia artificial puede ayudar a desarrollar la empatía en la infancia. Existen robots sociales capaces de interactuar con los niños y ayudarles a identificar emociones y su expresión.
El dualismo razón/sentimiento ha sido rebatido por la neurociencia. Estamos en una época del sentir falso, a la de la “sensología”, sin acrecentarlo con juicios y pensamientos.
En navidades, uno de los detonantes de conflictos de pareja suelen ser los compromisos familiares. Que, como su nombre indica, ocurren “nos gusten o no”, generando tensiones y estrés en las relaciones.
La educación virtual hace más difícil despertar las emociones en los estudiantes para facilitar su aprendizaje. Una serie de técnicas facilitan que los entornos digitales sean más propicios.
La pandemia nos ha enseñado que, al igual que la buena cocina, la gestión o el manejo de nuestras emociones requiere de tiempo (a fuego lento) y equilibrio (armonía entre los ingredientes).
En una pandemia como la que vivimos, inevitablemete percibimos los cambios como amenaza. Cierto nivel de alerta, lejos de ser contraproducente, puede ayudarnos a reajustar, tomar decisiones y dar respuestas adaptativas.
El bienestar del equipo en una empresa es clave para su rendimiento. Los autores nos dan pautas para que aprendamos a reflexionar y ser conscientes de nuestro estado anímico y el de quienes nos rodean.
La vinculación con los proyectos políticos no es puramente racional, sino, sobre todo, emocional. Porque cada vez es más personalista. Y porque nos vinculamos a aquellos candidatos que nos generan mayor cercanía, confianza y empatía.
EMOCINE es una herramienta diseñada para medir la inteligencia emocional de alumnos de entre 8 y 13 años a partir de sus reacciones a situaciones en diferentes películas.
La inteligencia emocional es una competencia cognitiva que puede cambiar a lo largo de la vida. Así que si cree que no tiene ninguna de estas cuatro capacidades todavía está a tiempo de desarrollar esta cualidad.
El acosado y el acosador en el entorno escolar no nacen, se hacen. La ausencia de modelos emocionales efectivos lleva a muchos menores a no entender el dolor ajeno. Por otro lado, la falta de autoestima facilita convertirse en víctima.
Profesores y familia son clave para que los estudiantes tengan un ajuste escolar idóneo y mejoren su rendimiento. Pero alumnos y alumnas funcionan de manera diferente y es necesario tenerlo en cuenta.