La población alemana se transformó bajo el nazismo en una “sociedad espectadora”, incluso antes de que las condiciones de los tiempos de guerra normalizaran los actos de extrema violencia.
Hace ochenta años, el 14 de julio de 1943, el gobierno de Hitler aprobó una ley con el objetivo de esterilizar a personas que eran consideradas biológicamente inferiores.
Se cumplen cien años del nacimiento de Judith Kerr, autora de referencia en la literatura infantil y juvenil, gracias a los libros ‘El tigre que vino a tomar el té’ o ‘Cuando Hitler robó el conejo rosa’.
Stalingrado, hoy Volgogrado, es símbolo de la resistencia rusa y del fracaso nazi. Numerosos libros, novelas y películas han inmortalizado aquella cruenta y larga batalla.
“Los versos satánicos” no ha sido la primera novela, ni será la última, que ha provocado la ira de un fanático que no conoce los matices de la literatura. El nazismo también nos da algunas claves.
El libro registra los sombríos efectos de una falta casi total de alimentos en el cuerpo humano. Es un tesoro para los médicos que también muestra la dedicación y humanidad de los científicos judíos.
No solo el cine, la literatura o el teatro recurren explícitamente a la estética y a la narración de los hechos que acaecieron durante el nazismo, sino que pervive implícitamente, silente, en nuestro día a día.
En una villa del barrio berlinés de Wannsee se reunieron hace 80 años jararcas nazis para programar lo que dieron en llamar la “solución final” o exterminio del pueblo judío. Una reciente película testimonia las actas de tan macabra reunión.
En ‘Gilda’ no hay solo una historia de amor o un baile sensual con un guante. El trasfondo de la trama habla de la huida a Argentina de algunos de los mayores criminales del siglo XX.
La autora ruso-ucraniana Natascha Wodin reconstruye en su novela ‘Mi madre era de Mariúpol’ la historia de su madre, que nació en 1920 y se quitó la vida en 1956 en Alemania, cuando su hija tenía once años.
Ucrania, una vez conocida como el granero de Europa, sufrió una hambruna terrible bajo Stalin. Este desastre, entre otros, perjudica las relaciones modernas entre los dos países vecinos.
En su intercambio epistolar, Einstein y Freud reflexionan acerca de la inevitabilidad de la II Guerra Mundial. Observan la pulsión destructiva inherente a los humanos, y lo difícil que es evitarla.
El expolio nazi movilizó una parte considerable del patrimonio cultural europeo. Esta operación de pillaje abarcó mucho más que la pintura y los judíos no fueron sus únicas víctimas.
La última placa que se colocó en el Monumento Internacional a las Víctimas del Campo está escrita en judeoespañol, en recuerdo de los miles de judíos sefardíes que perecieron en Auschwitz.
¿Hay algún aire de familia entre los principios propagandísticos enunciados por Goebbels y las directrices de la infodemia que nos asola? De ser así ¿no convendría tomar nota y desintoxicar internet?
Profesor de Investigación. Grupo "Filosofía Social y Política" (FISOPOL). Jefe del Departamento de Filosofía Teórica y Práctica, Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)
Profesor de Psicología Criminal, Psicología de la Delincuencia, Historia de la Psicología, Perfilación e investigador psicosocial. Experto en historia de la novela gráfica., Universidad Camilo José Cela