Algunos virus han pasado de desaparecer durante la pandemia a volverse (y volvernos) locos. ¿Es que la falta de exposición en pandemia nos ha vuelto susceptibles a nivel inmune? ¿O es una cuestión de atención y estamos sobredetectando?
Llega el momento de no bajar la guardia, de seguir echando la carne en el asador y de esperar que las altas coberturas vacunales logradas frente a la gripe en estos dos últimos años protejan a la gente más vulnerable.
Tanto el dolor muscular como el articular que acompañan a la gripe son efectos secundarios de la respuesta inflamatoria del sistema inmunitario en su intento de atajar la infección.
Ante la sexta ola, los hay que abogan por “gripalizar” la covid y quitarle hierro (e importancia), y los hay que consideran que ese enfoque costará demasiadas vidas y que hay que apostar por la prudencia.
Para convertirse en endemia, la covid-19 tendría que restringirse a zonas geográficas concretas y en esas zonas producir un número elevado de casos constantemente. O comenzar a producir casos en todo el mundo de modo constante, como los resfriados comunes.
Las elucubraciones sobre la recientemente bautizada enfermedad con tan poco agraciado nombre no deben considerarse más que especulaciones carentes de una base científica sólida.
El virus de la gripe aviar H5N1 ha causado la muerte masiva de grullas en Israel. Brotes de esta dimensión son preocupantes por sus implicaciones para la salud humana.
La llegada del invierno y las bajas temperaturas favorecen la proliferación de los resfriados. ¿Por qué? Porque la respuesta inmune es peor, porque pasamos más tiempo en espacios cerrados y por el uso de la calefacción.
La pandemia produjo una distorsión de las redes de vigilancia de la gripe para pasar a una vigilancia simultánea de todos los virus respiratorios. Estos son los más abundantes.
La temporada de gripe 2021-2022 será la segunda en la que la gripe y la covid-19 convivan. La vacunación contra la gripe ayuda a que haya suficientes recursos disponibles para brindar atención a quienes la necesiten, cuando la necesiten.
¿Deberíamos considerar mantener la recomendación de usar las mascarillas en los espacios cerrados no ventilados, donde no pueda guardarse la distancia social, en las épocas de picos de contagios de la gripe?
La sexta ola de covid-19 se producirá en un contexto de inmunización generalizada con un impacto en vidas humanas más leve. Sin embargo, debemos cuidar de las personas con mayor susceptibilidad.
Todo hace pensar que la pandemia de 1890 no fue causada por un virus de la gripe sino por un coronavirus. Éste se habría quedado con nosotros en la forma del HCoV-OC43, uno de los responsables de los catarros invernales.
La falta de exposición a ciertos patógenos puede tener consecuencias impredecibles en el futuro, y puede prolongar los efectos de la pandemia mucho después de su finalización.
¿Cómo es posible que casi no haya casos de gripe pero el coronavirus siga en aumento si las mascarillas y las medidas de protección deberían servir para los dos virus?
La evolución de la gripe española presentaba características muy similares a las de la pandemia actual. Hacer un recorrido histórico nos puede ayudar a predecir lo que sucederá ahora.
En función de las circunstancias de cada paciente, sobre todo de la edad, se utiliza una u otra vacuna contra la gripe. También se tienen en cuenta alergias e historia médica previa.
Este año, en plena segunda ola de casos de COVID-19 y con la temporada de gripe a la vuelta de la esquina, la coincidencia temporal de ambos virus puede ser un problema muy grave.
Con o sin pandemia, la vacunación contra la gripe salva vidas, razón suficiente para vacunarse todos los años. Pero en tiempos de COVID-19, la vacunación resulta todavía más importante.
Catedrático del área de Biología Celular. Investigador asociado del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo. Investigador en metabolismo, envejecimiento y sistemas inmunológicos y antioxidantes., Universidad Pablo de Olavide