Desde que irrumpió la pandemia de COVID-19, los profesionales sanitarios de los hospitales han aprendido mucho, ayudados por la gran difusión de las investigaciones sobre la enfermedad.
La pandemia nos ha hecho experimentar en ciertos momentos la sensación de exilio. Entre otras cosas por la decepción de lo que no llega tras las expectativas de la desescalada y por las pérdidas que se acumulan.
Cada vez es más frecuente encontrar “columnas de reanimación” en supermercados y estaciones de metro. Albergan en su interior un desfibrilador automático (DEA). ¿Seríamos capaces de manejarlo?
Uno de los objetivos de la ciencia es averiguar si la vida humana tiene límites naturales que podamos rebasar significativamente en un futuro. El reino animal esconde las claves de la ansiada inmortalidad.
La controversia sobre la transmisión por aerosoles no es nueva, pero tiene implicaciones importantes en las medidas recomendadas para luchar contra la pandemia.
Algunos investigadores de instituciones de prestigio están realizando y testando en sus propias carnes pruebas de vacunas “caseras”. O instando a que las creen y prueben los ciudadanos de a pie. Con el peligro que supone.
Facebook, de quién se dice que conoce más a sus usuarios que la CIA en Estados Unidos, puede predecir si acudiremos a un servicio de urgencias semanas antes. Y solo a partir del lenguaje que usamos.
Cuando apenas empezábamos a levantar cabeza tras la Gran Recesión, llegó el el SARS-CoV-2. Su impacto sobre la salud mental de la población podría ser importante.
Parte del éxito en nuestra respuesta a la COVID-19 se lo debemos a la Medicina Traslacional, que es la que potencia que la investigación básica genere conocimiento y soluciones aplicables a la clínica.
Estudios de reconocimiento facial demuestran que reconocemos mejor y más rápido nuestra cara frente a otras conocidas. La atención le da prioridad al propio rostro. De ahí el posible auge de los ‘selfies’.
Los gatos padecen enfermedades causadas por coronavirus como la peritonitis infecciosa felina, muy letal. ¿Y si los medicamentos que la combaten sirvieran para curar la COVID-19 en humanos?
Vicente Soriano, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja
Las pruebas de PCR son molestas, caras, tardan al menos 24 horas, requieren laboratorios especializados y sobreestiman quién es contagioso. Esas desventajas se solucionan con los nuevos test de antígeno.
La situación epidemiológica de Madrid es muy grave, con una incidencia acumulada en los últimos 14 días cercana a los 700 casos por 100 000 habitantes, la mayor de Europa. ¿Cómo se ha llegado a esto? ¿Qué medidas urgentes contribuirían a solucionarlo?
La clasificación binaria de monolingüismo vs. bilingüismo carece de sentido. Hay muchos grados. Y de eso depende que el bilingüismo proporcione (o no) ventajas cognitivas y proteja frente al Alzhéimer.
“Tenemos un mensaje simple para todos los países: test, test, test”, dijo el director de la OMS en marzo. Pero son demasiado complejos. Y la confusión sobre cómo interpretarlos lo complica aún más.
En otoño son frecuentes los mocos y la tos, que solemos atribuir a catarros víricos o a la gripe. Pero cada vez se diagnostican más alergias en las estaciones frías. ¿Cómo se distinguen de COVID-19?
Si nos hablan de penicilina, todos pensamos en Fleming. Pocos conocen a Mary Hunt, la experta en hongos que permitió su producción masiva. Recordamos mujeres clave en la historia de la microbiología.
Quique Bassat, Barcelona Institute for Global Health (ISGlobal)
La de 2020 es una vuelta al cole “viral”. ¿Le preocupa a los pediatras el riesgo de infección de los críos? ¿Y qué hay de las consecuencias de reabrir las escuelas para el resto de la población?
No es raro ver grupos de adolescentes con sus mascarillas mal puestas o sin ellas. Parte de la culpa la tiene su cerebro, con una corteza prefrontal inmadura y el circuito de recompensa hiperactivo.
La indignación por una serie de muertes de estadounidenses negros a manos de la policía ha reabierto el debate sobre el racismo. Un sinsentido desde el punto de vista estrictamente científico.
Aunque, por lo general, el miedo nos lleva a cumplir las normas para evitar los contagios por la COVID-19, existen muchos otros factores psicológicos que nos conducen también a incumplirlas. Son los que nos hacen relajarnos y estar más expuestos a los contagios y a contagiar.
Hasta que fármacos y vacunas llegan a las farmacias y hospitales tiene lugar una larga carrera de obstáculos. Es un proceso caro que puede necesitar más de una década.