La obligatoriedad de las mascarillas en los centros sanitarios españoles reabre el debate sobre su eficacia. Sin embargo, su capacidad para reducir las posibilidades de contraer una infección respiratoria está fuera de toda duda.
Estamos justo en el momento del incremento de la curva de infecciones de gripe, que este año ha coincidido con la Navidad y el aumento de los contactos sociales. El Ministerio de Sanidad acaba de establecer como obligatorio el uso de mascarillas en hospitales y centros de salud.
Las mascarillas son herramientas importantes durante una emergencia sanitaria, pero durante la covid-19 no se tuvieron en cuenta los problemas que los tapabocas suponían para un porcentaje importante de la población.
Los niños más pequeños tuvieron que adaptarse a una situación inédita y extrema con la pandemia. Y ahora, de repente, les decimos que ya no hacen falta precauciones. Muchos necesitarán tiempo y acompañamiento para adaptarse.
No es lo mismo ingresar “por” covid-19 en un hospital que ingresar “con” covid-19 pero a causa de otra enfermedad. Diferenciarlo es importante si usamos los datos de hospitalización para valorar la evolución de la pandemia.
El 5G es el responsable de la propagación del coronavirus, fumar protege frente a la covid-19, consumir alimentos alcalinos cura la enfermedad, tomar el sol previene la covid-19… Son algunos de los bulos de la infodemia que ha acompañado a la pandemia.
El autor aboga por que las autoridades sanitarias hagan públicos los motivos de la decisión de levantar la obligatoriedad del uso de mascarillas en interiores. Sería importante conocer los argumentos sanitarios, sociales, económicos y políticos, que han influido para adoptar la medida, algo crucial en salud pública y también en la vida democrática.
¿Qué efectos tiene el uso de la mascarilla en la voz? Tras investigarlo, no es sorprendente descubrir que los usuarios sufren mayor hándicap vocal al llevarla puesta.
El uso masivo de mascarillas está generando una fuente de desechos que constituye uno de los mayores problemas ambientales que afronta nuestra sociedad.
Ante la sexta ola, los hay que abogan por “gripalizar” la covid y quitarle hierro (e importancia), y los hay que consideran que ese enfoque costará demasiadas vidas y que hay que apostar por la prudencia.
Las medidas adoptadas tras la última conferencia de presidentes y presidentas no han sido contundentes, sino más bien decepcionantes. La recuperación de la obligatoriedad de la mascarilla en exteriores ha sido la “medida estrella”, pero tiene poco soporte técnico.
Si perpetuamos el uso de la mascarilla en la infancia para evitar las habituales infecciones durante esta etapa, corremos el riesgo de perder plasticidad en la respuesta inmunitaria y de desarrollar problemas relacionados con un déficit de regulación del sistema inmune.
¿Deberíamos considerar mantener la recomendación de usar las mascarillas en los espacios cerrados no ventilados, donde no pueda guardarse la distancia social, en las épocas de picos de contagios de la gripe?
Desde que los coronavirus empezaron a extenderse por todo el mundo, se ha debatido sobre la eficacia de las mascarillas para prevenir el COVID-19. Un año y medio después, ¿qué pruebas hay?
La mascarilla ha venido para quedarse (al menos de momento), y su uso nos puede servir para cosas buenas: como parte de la educación en compromiso social, y para enseñar fuera del aula más a menudo.
Ahora que las mascarillas no son obligatorias al aire libre en la mayoría de los casos, su uso sigue siendo amplio. Entender por qué ayudaría a mejorar las medidas de contención y prevención.
Profesor Titular. Dpto. de Medicina Preventiva y Salud Pública (UV). Unid. Mixta Investigación Enfermedades Raras FISABIO-UVEG. CIBER Epidemiología y Salud Pública, Universitat de València
Investigador Científico. Grupo de investigación 'Ciencia, vida y sociedad'. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)
Facultativo Especialista de Inmunología. Servicio Gallego de Salud (SERGAS). Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS), SERGAS Servizo Galego de Saúde