¿Sería posible un mundo sin mariposas, abejas y polillas? La respuesta es un rotundo no. Sin polinizadores, la raza humana y todos los ecosistemas terrestres de la tierra no sobrevivirían.
Escaner de microtomografia computerizada mostrando el cerebro de una abeja.
Imagen: J. Alba-Tercedor.
Necesitan dormir bien para recordar, procesan números y tienen pensamiento simbólico. El tamaño del cerebro de las abejas influye en sus capacidades, y puede ser la clave de su supervivencia.
Se ha descubierto que el número de abejas de las orquídeas dependientes de los bosques en Brasil ha disminuido alrededor de un 50 %.
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La agricultura intensiva y la pérdida de hábitat provocan una intensa disminución en el número y la variedad de especies de insectos. Preservar espacios naturales en los cultivos puede reducir hasta nueve veces dichas pérdidas.
En el Día Mundial de las Abejas recordamos que, además de miles de especies de abejas y abejorros, insectos como mariposas, polillas y moscas y otros animales como pájaros y lagartos contribuyen a polinizar las flores.
Abejas urbanas en una colmena.
Asociación Danesa de Apicultores
En un estudio pionero, los autores han detectado la presencia de microplásticos y otros materiales adheridos al cuerpo de las abejas. Estos insectos actúan como biomarcadores de contaminación.
En la colmena, todas las abejas colaboran para mantener la salud pública – una lección para los seres humanos en la pandemia.
Rachael Bonoan
Si bien nosotros debemos mantener muchas precauciones sanitarias ante el COVID-19, la manera en que socializamos es muy similar a la de esta especie. ¿Qué podemos aprender de ella?