Con su política monetaria, los bancos centrales influyen en el tipo de interés y la liquidez del sistema para buscar la estabilidad de los precios y, en última instancia, de la economía y el sistema financiero.
El BCE tardó, pero finalmente se subió al carro de las políticas restrictivas para contener la inflación. En la reunión del 21 de julio anunció una subida de 0,5 puntos de los tipos de interés, 0,25 más de lo que se preveía.