Cada hablante tiene su propio ideolecto, una manera de hablar determinada que puede sufrir modificaciones a lo largo de la vida por múltiples factores.
Surgió del contacto continuado con hispanohablantes nativos que traducían directamente frases del español al inglés, una forma de préstamo lingüístico denominada “calcos”.
El otoño es tiempo de conservas. Entre ellas, hallamos mermeladas, jaleas y compotas, palabras con historia que comparten las frutas y el azúcar, pero también con diferencias en su composición y su denominación.
Del ‘malarrabia’ cubano a las ‘bolas de fraile’, la repostería panhispánica da lugar a multitud de nombres curiosos que dicen mucho del contexto sociocultural de cada postre.
Los insultos que elegimos dicen más sobre nosotros de lo que pensamos. Aunque caemos en la repetición y la falta de originalidad, cada zona tiene sus preferencias.
¿Cómo se gestionan los idiomas en un país de 20 000 habitantes? La sociolingüística estudia cómo las pequeñas dimensiones geográficas y demográficas condicionan la vida social de las lenguas.
Cuando buscamos trabajo, queremos estar en la lista blanca, no en la negra. Los sombreros negros son los hackers malos, mientras una mentira blanca es aceptable. ¿Esas metáforas reflejan racismo?
La lengua juega un papel fundamental en la forma en la que categorizamos a las personas. Cuando nos apropiamos de rasgos de otros grupos lingüísticos, no siempre es bienvenido.
Todos tenemos un acento. Incluso aquellos que piensan que no tienen acento porque hablan una variedad estándar, tienen acento. El uso que hacemos de la variedad o variedades lingüísticas con las que crecemos está impregnado de elementos característicos de la comunidad que nos rodea. En otras palabras, hablamos como nuestros semejantes.
Director del Centro de Investigación Nebrija en Cognición (CINC) y Director de la International Chair in Cognitive Health (ICCH) en la Universidad Nebrija, Universidad Nebrija