Más allá de poner música como disfrute, nuestro proyecto de enseñar a hacer música con colores permite que los alumnos con necesidades especiales tengan un clase vivencial y creativa.
La pandemia nos ha hecho retroceder en solidaridad hacia aquellos con enfermedades mentales. Una educación sin paternalismos y que los convierta en miembros plenos de la comunidad es la mejor arma.
La nueva Ley de Educación supone un paso más hacia la inclusión de las personas con discapacidad. Destaca el plazo limitado para que se incorporen a la escuela ordinaria con los recursos necesarios.
La promesa de la “ley Celaá” de integrar a los niños con necesidades especiales en los colegios ordinarios no parece posible sin dotar de recursos y poner en marcha políticas inclusivas que acaben con la marginación que aún sigue existiendo.