El fin de las vacaciones nos trae un sinfín de comentarios asociados al síndrome posvacacional. Pero ¿en serio al terminarse el veraneo “se acabó lo bueno”? La neurociencia dice todo lo contrario.
Los mecanismos que “desconectan” el cerebro cuando nos sometemos a una anestesia siguen sin conocerse con exactitud, aunque nuevas investigaciones arrojan luz sobre el misterio.
La ansiedad consume recursos cognitivos y nos hace procesar la información más lentamente; además, las personas ansiosas suelen tener peor autoconcepto de sus capacidades cognitivas.
La neurociencia aplicada al diseño de interiores permite crear espacios que mejoran el bienestar, interpretando respuestas inconscientes del cerebro para diseñar entornos más saludables y funcionales en hogares, oficinas y otros lugares.
Es un problema que sigue intrigando a las mentes más inquietas, y para el que, quizá, ni siquiera haya respuesta. Pero preguntarnos qué es la conciencia humana mantiene viva la llama de la exploración y el asombro.
¿Por qué hay estudiantes excelentes en primaria que pierden la motivación en secundaria? La respuesta está en el desarrollo del cerebro y conocerlo nos da la solución.
Mientras Unamuno clamaba “que invente ellos”, Ramón y Cajal descubrió para el mundo cómo funciona el cerebro. Es, posiblemente, la figura más destacada del siglo XX español con el menos reconocimiento público. Este fue Cajal en su tiempo.
Al líquido cefalorraquídeo se le atribuye la función de retirar de las neuronas los compuestos tóxicos. Hasta ahora se creía que este sistema funcionaba, sobre todo, mientras dormimos, pero un nuevo estudio lo ha puesto en duda.
De momento las máquinas no cumplen los rasgos necesarios para la consciencia. Además, carecen de una mente y un organismo vivo capaz de construir representaciones sensoriales.
Una ruptura amorosa puede provocar en nuestro cerebro algo parecido a un síndrome de abstinencia que convierte el desamor en una de las experiencias más traumáticas y desconcertantes.
Un estudio reciente apunta a que las generaciones más jóvenes están experimentando un significativo engrosamiento de su encéfalo. Esto seguramente no nos hace más listos, pero puede ayudar a protegernos del deterioro cognitivo.
Según muchos neurocientíficos, es absurdo pensar que somos dueños de nuestros actos, ya que el comportamiento humano está condicionado por múltiples determinantes biológicos y ambientales. ¿Existe algún resquicio para la libertad?
Profesor e investigador de la Sección de Genética Biomédica, Evolutiva y del Desarrollo. Director de la Cátedra de Neuroeducación UB-EDU1st, Universitat de Barcelona