Busquemos lecciones positivas en la pandemia: la filosofía nos ayuda a salir del catastrofismo; la ética, a entender lo que deberíamos hacer y no hacemos. Resistirse al desprecio de la verdad y al avance de la soledad.
Aunque los niños y adolescentes suelen adaptarse a situaciones novedosas, el confinamiento ha perjudicado su bienestar emocional. Durante los meses de “encierro” los niños españoles lo pasaron peor que italianos y portugueses debido a unas medidas más restrictivas.
Desde el comienzo del confinamiento hasta hoy las familias han vivido en una montaña rusa de situaciones y emociones diferentes. Sin embargo, han aprendido de esta experiencia y hoy muchas relaciones familiares se han vuelto más sólidas.
La pandemia ha agravado muchos de los problemas de los mayores, como la soledad y la dependencia. Las nuevas tecnologías y la innovación social ofrecen una oportunidad para mejorar su calidad de vida.
Coincidiendo con el Día Internacional de la Amistad, que se celebra cada 30 de julio, nos preguntamos si es posible vivir sin amigos. La respuesta, según los científicos, es que no. Sin embargo, hay que saber buscar a los amigos de calidad.
Melania Moscoso Pérez, Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS - CSIC) and Txetxu Ausín, Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS - CSIC)
Es un mito que la soledad fomente la creación artística. La soledad no es fecunda. Es una pandemia peligrosa y raramente voluntaria que afecta desproporcionadamente a sectores vulnerables de la sociedad.
Un equipo de investigadores ha estudiado cómo viven niños y niñas el confinamiento. Muchos coinciden en que se encuentran solos sin sus amigos, echan de menos a los abuelos, a sus profesores y sueñan con moverse libremente en espacios abiertos.
Una de las caras más duras de esta pandemia está siendo la separación de abuelos y nietos. La soledad de los mayores, alejados de sus seres queridos, puede causarles graves problemas emocionales. Sin embargo, también puede suponer un momento para descansar y fortalecer la relación de familia.
El confinamiento en nuestras casas supone una medida de contención imprescindible para proteger nuestra salud. Sin embargo, nos enfrenta a riesgos psicosociales, especialmente a los más vulnerables.
La película ganadora del León de Oro 2019 plantea problemas muy actuales: la soledad, los trastornos mentales, el desprecio hacia lo diferente y los estallidos de violencia social.
Nunca antes hemos estado más conectados. Las redes sociales pueden fortalecer relaciones. Sin embargo, un uso excesivo puede hacer que nos sintamos cada vez más solos.
España será el país más longevo en 2040. Pero los mayores necesitan relaciones sociales de calidad para tener una vida plena e integrada. La promoción de su bienestar debe ser prioritaria en las políticas sociales.
Más del 20 % de los adolescentes españoles sufre fobia social o ansiedad. Este problema comienza pronto y puede aparecer camuflado bajo otros síntomas que dificultan que un adulto lo detecte.
La cuestión de matarse a uno mismo no siempre es tan “voluntaria” como parece. Buenas campañas de prevención lograrían evitar muchos fallecimientos por esta causa.
La soledad no deseada no entiende de edad, ni de nivel económico y social, tampoco se ciñe a una zona determinada del planeta. La pandemia afecta también a España, que será en 2050 uno de los países más longevos del mundo.
El paso de los años es experiencia, sabiduría, pérdidas… vida. Pero la sociedad tacha estas ganancias y ve la vejez desde el prejuicio de la incapacidad. Esto nos condena a un final de vida indigno.
Doctor en Psicología Clínica. Director del Máster en Gerontología y Atención Centrada en la Persona (Universidad Internacional de Valencia), Universidad Internacional de Valencia
Docente del departamento de Didáctica y Organización Escolar. Facultad de Educación de Bilbao, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Trabajadora Social. Investigadora en Fundación para la Investigación e Innovación Biosanitaria en Atención Primaria (FIIBAP). Profesora de Grado y Máster en la Facultad de Trabajo Social, Universidad Complutense de Madrid
Profesora del Departamento de Psicología Clínica y Psicobiología. Psicóloga y Supervisora en la Unidad de Terapia de Conducta, Universitat de Barcelona