Desde hace un siglo las palabras nueva normalidad han sido aplicadas con diversos significados. La clave para una reconstrucción sin desigualdad tras la pandemia del coronavirus sería cimentarla sobre lo previsto en las normas en vigor.
Los filósofos pueden resultar muy entretenidos. Basta con que nos asomemos a sus biografías, tal como hacemos para familiarizarnos con los grandes hitos de la historia, vinculando sus ideas con su vida.
La pandemia nos ha despertado bruscamente del sueño de la prepotencia, pero redescubrir nuestra fragilidad e interdependencia es positivo. Es lo que nos hace humanos y éticos. Sin ser tan poderosos como creíamos, podemos ser dueños de nuestro destino común.
Nuestra mirada sobre la vejez forja nuestro modelo de sociedad. Venerar la senectud y sus enseñanzas nos hace más humanos. La pandemia y la escasez de ciertos recursos han revelado graves deficiencias
No hay modo de superar la crisis social del coronavirus si no es subordinando preferencias individuales a medidas colectivas que, restringiendo su ejercicio, las protegen y nos protegen a todos.
Necesitamos construir un mundo cosmopolita y sostenible, basado en un doble imperativo moral: cuidarnos unos a otros y cuidar entre todos nuestra común morada.
Una crisis como la actual no entiende de nacionalidades o patrimonios. Aunque ahora no sea momento para reivindicaciones sociales, sí puede servirnos para reflexionar sobre la desigualdad y el futuro.
El aislamiento domiciliario por el coronavirus podría ser un motivo más de aburrimiento y tedio. Pero también una oportunidad para que, alejados de las preocupaciones habituales, nos miremos al espejo.
No vivimos en un mundo de razones, sino de emociones. La “erótica social” define ese deseo por pertenecer a la tribu, ese impulso por hacer juntos. Ya sea siendo fan de un equipo de fútbol, o ‘follower’ en Instagram.
Diderot soñaba con transformar la sociedad mediante un modo de pensar autónomo, no sujeto a los tópicos y a las inercias. Su empeño, aún necesario, se ve apoyado por plataformas como esta.
Instaurado hace más de diez años, el Día Mundial de la Justicia Social, que se conmemora hoy, nos recuerda la necesidad de luchar contra las injusticias, incluso aunque sea con la disidencia.
¿Cómo le ha ido a la relación entre la moral con lo político en los últimos dos milenios y medio, desde Platón hasta Max Weber? El balance no es muy positivo.
Nos bombardean cotidianamente diciendo que fracasar es algo bueno y que constituye una oportunidad, ya que de ahí surgen lecciones de vida que no obtendríamos de otro modo.
La inclinación instintiva y hedonista que tenemos a hablar sobre nosotros mismos responde a una pulsión de la que tenemos numerosos testimonios procedentes del mundo antiguo.
La política debe velar por que sus ciudadanos tengan herramientas para la propia reflexión ética. En consecuencia, es fundamental recuperar esa asignatura en la enseñanza de nuestros jóvenes.
Profesor vinculado "ad honorem". Grupo de investigación 'Ciencia, Vida y Sociedad'. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)
Investigador Científico. Grupo de investigación 'Ciencia, vida y sociedad'. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)