“Tenemos un mensaje simple para todos los países: test, test, test”, dijo el director de la OMS en marzo. Pero son demasiado complejos. Y la confusión sobre cómo interpretarlos lo complica aún más.
Recientemente se han publicado los primeros resultados en fase preclínica de una vacuna contra COVID-19 con una novedad: se administra por vía nasal. Mejor para evitar contagios, al menos en ratones.
La suspensión temporal de las pruebas clínicas de la vacuna contra la COVID-19 que desarrollan la Universidad de Oxford y la farmacéutica británica AstraZeneca ha derivado en convulsión mundial. Pero, ¿es para tanto? No, de hecho es una buena noticia.
Acortar los tiempos para crear una vacuna frente a SARS-CoV-2, un virus que supone un gran desafío mundial, es posible. Pero siempre dentro de unos límites que no afecten a su eficacia y seguridad.
Muchos colegios no cuentan con ventilación suficiente debido a su antigüedad, lo que puede condicionar la efectividad de las medidas para evitar los contagios por COVID-19. La eficacia ambiental de los centros educativos debe ser una urgencia para las autoridades.
Con la pandemia de COVID-19, la población ha tomado conciencia de la relación que existe entre la presencia de determinados microorganismos en animales y la aparición de enfermedades en humanos.
Además de llevar mascarillas, garantizar la higiene y la distancia de seguridad, la mejor solución para evitar contagios en colegios es no impartir clase en interiores o ventilar aulas y pasillos correctamente.
La vacuna desarrollada por el consorcio liderado por la Universidad de Oxford y la empresa farmacéutica AstraZeneca será probablemente una de las primeras en distribuirse contra COVID-19.
La detección temprana de contagios podría ser la única medida sostenible a corto plazo, pero requiere tiempo y personal. ¿Pueden ayudarnos las aplicaciones de alerta de contactos en este escenario?
Ahora ha sido la polio en África. Antes fue la viruela. A finales del siglo XIX empezó a fraguarse la idea de que podíamos exterminar a ciertos patógenos. El tiempo nos ha obligado a cambiar esta visión.
Por muy sombría que sea la situación con la pandemia que asola el mundo y el creciente número de muertes, hay muchas razones para ser optimistas y confiar en que habrá una vacuna a principios del próximo año.
Con el fin de analizar y frenar la pandemia, varios laboratorios de investigación están trabajando en dispositivos que pueden detectar rápidamente el SARS-CoV-2 en el aire.
Un 15% de los escolares tiene problemas crónicos de salud. A lo que desde septiembre se sumará la vuelta al cole con riesgo de contraer la COVID-19. Contar con enfermeras podría ser de gran valor.
Catedrático del área de Biología Celular. Investigador asociado del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo. Investigador en metabolismo, envejecimiento y sistemas inmunológicos y antioxidantes., Universidad Pablo de Olavide
Científica del CSIC. Bioquímica de Sistemas de la división bacteriana. Comunicadora científica, Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB - CSIC)
Catedrático de Genética. Responsable de la Unidad Mixta de Investigación "Infección y Salud Pública" FISABIO-Universitat de València I2SysBio. CIBER Epidemiología y Salud Publica, Fisabio
Bioquímica y bióloga molecular, inmunológa, experta en vacunas y profesora de investigación en Procesos Sanitarios en la Facultad de Educación y en Avances en Enfermedades Infecciosas y terapia antimicrobiana en la Facultad de Ciencias de la Salud, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja