La adaptación a la enseñanza en línea, la inestabilidad laboral en la pandemia, la tensión por hacer que las normas sanitarias se cumplan en las aulas, el teletrabajo… Estas y otras causas han hecho que el estrés haya llegado a los profesores en uno de los cursos más complicados que han tenido.
A causa del aislamiento social por la pandemia, el espacio digital ha cobrado una centralidad mayor de la que tenía. Esto ha puesto en evidencia desigualdades cimentadas en diversas brechas digitales.
La educación es, como la medicina, una disciplina que necesita evidencia científica porque se aplica a seres humanos. Para que una metodología sea fiable se necesita, por un lado, la experiencia directa y, por otro, la práctica de los docentes. Pero, desafortunadamente, hay muchas metodologías sin base científica.
Este curso promete tener altibajos constantes. Clases semipresenciales, confinamientos de las aulas ante casos positivos de COVID-19 o aprendizaje en remoto. Estas diez claves permitirán a docentes y familias transitar mucho más cómodamente por el aprendizaje “online”.
El Día Internacional del Docente (5 de octubre) es el momento idóneo para reconocer el gran esfuerzo que el profesorado está haciendo por adaptarse a esta crisis educativa provocada por la COVID-19. ¿Están los docentes cumpliendo con lo que se esperaba de ellos?
La personalización de la enseñanza, adaptada a las necesidades del estudiante, un enfoque del currículo por competencias y el uso de las tecnologías digitales son los tres pilares que contribuyen a la mejora de los aprendizajes en la escuela en estos momentos de crisis.
La crisis educativa que ha traído la pandemia ha puesto de manifiesto muchas carencias y también ha convertido la educación en un negocio que muchos “gurús” han aprovechado para lanzar propuestas educativas sin ninguna evidencia científica. Los estudiantes serán los grandes perjudicados.
Los estudiantes necesitan conocer mejor su cerebro para saber cómo sacarle provecho. La Neurociencia ha revelado muchos misterios al respecto, pero no han llegado a los alumnos ni a los profesores, que aún siguen creyéndose los neuromitos más clásicos, como que solo usamos un 10 % de nuestro cerebro.
La administración tiene todas las competencias de salud en los colegios, pero la ley les permite que hagan uso de su propia autonomía pedagógica y que cada centro decida qué es lo mejor para sus alumnos. Es necesario ejercerla en estos momentos para ofrecer respuestas coherentes con la realidad de cada centro.
La evaluación de los estudiantes durante este curso de semipresencialidad en las escuelas, de confinamientos de aulas y de incertidumbre, deberá hacerse de una manera especial. El autor da claves para evaluar.
¿Puede la inteligencia artificial sustituir a un docente en el aula? ¿Es este el momento adecuado para pensar en ella ante la vuelta incierta a las aulas? Los sistemas basados en IA no piensan en nada y no pueden sustituir el papel del profesorado. Tampoco España tiene un conocimiento digital suficiente como para planteárselo siquiera.
Durante los meses de confinamiento y de colegios cerrados, los jóvenes han hecho uso (y, a veces, abuso) de los videojuegos. Pero ¿cuál es la dosis recomendada? ¿En qué momento podemos hablar de adicción? Es hora de disminuir el tiempo de juego, aunque siempre evitando demonizarlo.
Saber usar un procesador de textos no nos convierte en personas preparadas para el mundo actual. La pandemia ha puesto de manifiesto la necesidad de una asignatura específica para formar a los estudiantes en competencias digitales reales. Solo desde la escuela se podría abordar este aprendizaje.
Las diferencias en lectura entre niños y niñas les pasan factura a la hora de entrar en la universidad. El futuro puede ser poco halagüeño si no trabajamos ya en él.
Comienza el nuevo curso lleno de incertidumbres. Pero hay algo que tenemos claro: los docentes tienen que estar preparados para ofrecer herramientas “online” a sus estudiantes para que no pierdan la motivación, ya sea dentro o fuera del aula. Estas son algunas de las que los colegios deberían utilizar, según los expertos.
La vuelta a las aulas comienza este año cargada de incertidumbre y miedos. Es necesario un periodo de adaptación que ayude a los estudiantes y a los docentes a enfrentarse al nuevo curso sin miedo. He aquí algunas claves.
¿Hay que esperar un diagnóstico de dislexia o discalculia para comenzar a intervenir? La respuesta es no. Desde edades muy tempranas se puede predecir si un niño o niña tendrá problemas con la lectura, la escritura y las matemáticas. Por eso, no espere demasiado.
Velemos por el acceso, el contexto, la didáctica y la creatividad en el retorno a las aulas. Esos cuatro aspectos garantizarán una educación de calidad.
Marcos Cánovas, Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya
La crisis derivada de la COVID-19 ofrece una oportunidad única para actualizar la docencia universitaria desde la perspectiva digital y pedagógica y para no basar toda la enseñanza en interminables conexiones por Zoom.
Director del Centro de Investigación Nebrija en Cognición (CINC) y Director de la International Chair in Cognitive Health (ICCH) en la Universidad Nebrija, Universidad Nebrija