Hasta hace poco, los propietarios de plantaciones forestales en España no podían beneficiarse de la venta de créditos de carbono por emisiones capturadas. Aunque existe ya un mercado que lo permite, presenta muchas limitaciones.
El dióxido de carbono causó el deshielo de la Tierra que condujo a la aparición de los primeros organismos complejos.
NASA
El dióxido de carbono fue uno de los ingredientes indispensables para la aparición de la vida en la Tierra, pero sus altas concentraciones en la atmósfera amenazan ahora con destruirla.
Un reciente informe revela que, aunque nos preocupa el medio ambiente, nos fijamos más en otras características del vehículo. Hay quien sigue sin tener muy claro por qué las emisiones de CO₂ son un problema.
Con los niveles actuales de emisiones, hay un 50 % de posibilidades de que el planeta alcance el 1,5 ℃ de aumento de la temperatura media global en sólo nueve años.
Las tecnologías de captura directa del aire atrapan el dióxido de carbono mediante filtros, membranas o sustancias líquidas. Este tipo de soluciones son necesarias para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones.
El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y el primer ministro de Portugal, António Costa, en la rueda de prensa conjunta al término del Consejo Europeo del 25 de marzo de 2022 en el que UE reconoció la singularidad de España y Portugal y permitió que lleven a cabo medidas excepcionales para bajar el precio de la electricidad.
Pool Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa
Con la excepción ibérica que permite poner tope al precio del gas para la producción eléctrica, en el futuro próximo bajarán los precios de la luz, con un efecto inmediato para los consumidores PVPC.
Las acciones van desde la expansión de las renovables hasta la captura de emisiones, pasando por la aplicación de medidas de ahorro energético y de consumo en las que los ciudadanos tenemos un papel fundamental.
Subproductos y residuos generados por el sector agropecuario, la silvicultura y la industria papelera pueden ser utilizados para fabricar biocombustibles para los aviones.
Para no superar los 1,5 ℃ de calentamiento, los países deben aumentar sus objetivos de reducción de emisiones, y cumplirlos, aplicando medidas, sobre todo, en la industria y las ciudades.
Aunque no emiten gases durante su uso, la huella de carbono del ciclo de vida de los coches eléctricos sigue siendo elevada debido a la fabricación de las baterías y su elevado peso.
Las tecnologías para secuestrar dióxido de carbono son una estrategia útil para luchar contra el cambio climático, pero solo si las emisiones absorbidas se almacenan o utilizan de forma sostenible.
En los últimos 30 años se han planteado distintas estrategias para reconocer la responsabilidad de los países desarrollados y la situación de desventaja de los menos favorecidos.
El consumo de los ciudadanos es el principal responsable de las emisiones de gases de efecto invernadero: entre el 60 y el 75 % están ligados al transporte, la comida, la ropa y la climatización.
Airbus A320neo de iberia que ha hecho un vuelo regular con biocombustible proveniente de residuos de la industria agroalimentaria.
Iberia
Los biocombustibles, como los que ha usado recientemente un avión de Iberia, producen menor cantidad de compuestos orgánicos volátiles, que reaccionan en la atmósfera para convertirse en aerosoles con gran impacto en la calidad del aire.
Buque de gas natural licuado.
Shutterstock / Wojciech Wrzesien
La energía es un factor clave de la geopolítica mundial y Europa juega en desventaja por su excesiva dependencia del exterior. Debe acelerar su plan de transición energética no solo por sostenibilidad sino también por estrategia.
Expertos en cambio climático y salud, organización industrial, economía del desarrollo, bosques y transporte sostenible valoran los resultados de la COP26 y el Pacto Climático de Glasgow.
Profesor del Departamento de Ingeniería Química Industrial y del Medio Ambiente. Miembro del Grupo de Tecnologías Ambientales y Recursos Industriales, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)
Directeur de recherche au Laboratoire des science du climat et de l’environnement, Institut Pierre-Simon Laplace, Commissariat à l’énergie atomique et aux énergies alternatives (CEA)