La pérdida de poder adquisitivo es el problema más evidente que conlleva la inflación. Pero también puede afectar a la balanza de pagos de un país pues las subidas de precios hacen caer la competitividad.
El BCE trabaja en el diseño del euro digital, cuya introducción en el mercado podría comenzar a mediados de esta década y que traería una mayor eficiencia monetaria a la región.
Hace un año el autor mostraba su preocupación por la subida en los precios (que en septiembre de 2021 fue del 5,5%). La tormenta que se avistaba en el horizonte va tomando forma de estanflación: inflación sin crecimiento.
La economía europea vive un periodo de gran incertidumbre, las medidas del BCE dependen de factores externos (la guerra, las cadenas de valor…) y la credibilidad de la institución y del euro están en juego.
Sede principal del Banco Central Europeo en Fráncfort.
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El fundamento de la UE es el cumplimiento de unas reglas de juego que aseguran eficiencia y acceso a un mercado rico y amplio a cambio de solidaridad en torno al bienestar común de los estados miembros.
El presidente italiano Mario Draghi.
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La forma más rápida de liberar recursos públicos es mediante la reestructuración o cancelación de la deuda pública. Imponer la forma habitual de pago en tiempos de crisis no hace más que profundizarla.
El Gobierno ha anunciado la suspensión de las reglas fiscales para los gobiernos locales y autonómicos. Sin objetivos de déficit, ni de deuda pública, ni regla de gasto, solo habrá “valores de referencia”.
Un dólar débil favorecerá las exportaciones de EE.UU., lo que tenderá a reducir el desequilibrio comercial estadounidense. Algo muy necesario para la economía norteamericana.
Un euro fuerte aleja el riesgo de inflación pero esconde peligrosas trampas: los productos de la zona euro se encarecen frente a los estadounidenses, perjudicando así a los exportadores europeos.
Si queremos reducir o eliminar el efectivo en España, es necesario contextualizar y comparar sus niveles de uso actuales en nuestro país y en el resto de estados europeos.
A diferencia de 2008, las instituciones europeas ahora son conscientes de su papel y proponen programas sociales inéditos, planteando impuestos europeos, herramienta básica para la armonización fiscal.
Hemos analizado en un estudio si estamos preparados en Europa para dar el salto definitivo a un mundo de pagos totalmente digitalizado o si todavía vivimos muy pegados al efectivo.
Detalle del cartel de ‘Adults in the room’, de Costa-Gavras (2019).
Wanda Films
La última película del director griego nos da pie para plantearnos algunas cuestiones relativas a los posibles destinos de la Unión Europea.
El momento del traspaso de poder: el presidente saliente del BCE, Mario Draghi, entrega la campana del Consejo de Gobierno del BCE a Christine Lagarde durante el acto oficial de despedida de Draghi el 28 de octubre de 2019.
Banco Central Europeo / Flikr
Draghi se ha despedido del Banco Central Europeo subrayando la confianza del público en el euro y el papel de la moneda común como proyecto político. La nueva presidenta, Christine Lagarde, apunta que mantendrá tipos de interés nulos y se centrará en los “bonos verdes” para estimular la lucha contra el cambio climático.
El desenlace en lo que va de siglo es desalentador. Ahora no existe una lucha por formar parte de esto; incluso uno de los motores, Reino Unido, lleva años queriendo dejar el proyecto, pero se presenta a las elecciones europeas.
Alexis Tsipras, primer ministro griego, en una reciente comparecencia.
Sakis Mitrolidis / AFP
La crisis griega podría haber sido la ocasión para el país de situarse en buena posición de cara a la zona euro y aclarar sus intenciones hacia la moneda única. Desafortunadamente, no ha sido el caso.