Desde un fallo interno de fácil solución a riesgos improbables pero posibles como una gran tormenta solar, la digitalización conlleva riesgos, ¿y si los sistemas digitales fallan?
La vulnerabilidad de la banca electrónica ha quedado de manifiesto con la caída de la red de pagos española Redsys. Una cuestión a tener en cuenta ante el progresivo aumento de los pagos digitales.
El BCE avanza en su proyecto de creación del euro digital aunque todavía habrá que ver si logra el consenso necesario para su puesta en funcionamiento.
La UE celebra el Día de Europa y son muchos los logros alcanzados: desde el mercado único hasta la incorporación del euro (aunque no en todos los países de la Unión). Tiene por delante superar la crisis de la covid-19 y seguir avanzando en su integración económica y monetaria.
La pérdida de poder adquisitivo es el problema más evidente que conlleva la inflación. Pero también puede afectar a la balanza de pagos de un país pues las subidas de precios hacen caer la competitividad.
El BCE trabaja en el diseño del euro digital, cuya introducción en el mercado podría comenzar a mediados de esta década y que traería una mayor eficiencia monetaria a la región.
Hace un año el autor mostraba su preocupación por la subida en los precios (que en septiembre de 2021 fue del 5,5%). La tormenta que se avistaba en el horizonte va tomando forma de estanflación: inflación sin crecimiento.
La economía europea vive un periodo de gran incertidumbre, las medidas del BCE dependen de factores externos (la guerra, las cadenas de valor…) y la credibilidad de la institución y del euro están en juego.
El fundamento de la UE es el cumplimiento de unas reglas de juego que aseguran eficiencia y acceso a un mercado rico y amplio a cambio de solidaridad en torno al bienestar común de los estados miembros.
La forma más rápida de liberar recursos públicos es mediante la reestructuración o cancelación de la deuda pública. Imponer la forma habitual de pago en tiempos de crisis no hace más que profundizarla.
El Gobierno ha anunciado la suspensión de las reglas fiscales para los gobiernos locales y autonómicos. Sin objetivos de déficit, ni de deuda pública, ni regla de gasto, solo habrá “valores de referencia”.
Un dólar débil favorecerá las exportaciones de EE.UU., lo que tenderá a reducir el desequilibrio comercial estadounidense. Algo muy necesario para la economía norteamericana.
Un euro fuerte aleja el riesgo de inflación pero esconde peligrosas trampas: los productos de la zona euro se encarecen frente a los estadounidenses, perjudicando así a los exportadores europeos.
Si queremos reducir o eliminar el efectivo en España, es necesario contextualizar y comparar sus niveles de uso actuales en nuestro país y en el resto de estados europeos.
A diferencia de 2008, las instituciones europeas ahora son conscientes de su papel y proponen programas sociales inéditos, planteando impuestos europeos, herramienta básica para la armonización fiscal.
Hemos analizado en un estudio si estamos preparados en Europa para dar el salto definitivo a un mundo de pagos totalmente digitalizado o si todavía vivimos muy pegados al efectivo.
Draghi se ha despedido del Banco Central Europeo subrayando la confianza del público en el euro y el papel de la moneda común como proyecto político. La nueva presidenta, Christine Lagarde, apunta que mantendrá tipos de interés nulos y se centrará en los “bonos verdes” para estimular la lucha contra el cambio climático.