Que un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) persista en el tiempo o no depende, en gran medida, de qué sienten y cómo se comportan sus cuidadores. Los expertos usan metáforas animales y clasifican a los cuidadores en canguros, rinocerontes y delfines.
Reivindicar las diversidad de los cuerpos como reflejo de la diversidad humana es una práctica social deseable. Pero no debemos olvidar que el sobrepeso y la obesidad son una enfermedad.
Los preocupantes datos mundiales sobre salud mental y bienestar psíquico de niños y adolescentes apuntan a una necesidad de incorporar la educación socioemocional al currículo de manera rigurosa.
La covid-19 se ha convertido en un caldo de cultivo ideal para el desarrollo de los trastornos alimentarios. ¿Cuáles son las señales de alarma? ¿Cuándo y cómo se puede hablar con los afectados del problema?
Los atracones se utilizan para resolver problemas emocionales a los que no somos capaces de enfrentarnos. Suelen ir acompañados de traumas previos y han aumentado durante la pandemia.
La autoevaluación y autoestima de quienes sufren TCA están, en gran parte, basadas en su hábitos de ingesta. La prevención de recaídas en días de excesos es indispensable.
La ortorexia se relaciona con la obsesión por ‘comer sano’, no siempre en base a la evidencia científica. Entre sus posibles consecuencias se encuentran los cambios drásticos en la dieta y la restricción de grupos de alimentos.
Hay periodos en los que el ansia por comer está más presente que otros. En ocasiones, se potencia durante la premenstruación o la posmenopausia. ¿Qué hay detrás de estas exigencias fisiológicas?
Una de las consecuencias que la pandemia ha arrastrado es el aumento de casos de trastorno de la conducta alimentaria en jóvenes. Uno de los motivos ha sido el incremento del uso de redes sociales.
Cuando la búsqueda de una dieta saludable conduce a una obsesión que paradójicamente deteriora la salud y otros aspectos del paciente se considera ortorexia. Un trastorno que a día de hoy no se encuentra oficialmente reconocido en ningún manual de trastornos mentales.
Lo que podría ser un pequeño coqueteo en algunas aplicaciones utilizando filtros de belleza ha llevado a cientos de personas a pedir a los cirujanos plásticos un rostro igual que el que algunos filtros les proporcionan.
Usar la comida como herramienta para regular las emociones negativas se conoce como comer emocional y, en el contexto de la pandemia por covid-19, este desequilibrio alimentario se puede haber acentuado.
Las sustancias que componen los alimentos hacen que el cerebro secrete hormonas como la dopamina o la serotonina. Por eso, en ocasiones, comer produce placer. Sin embargo, utilizar la comida para evitar emociones negativas no es la forma de ponerles fin.
Profesora Titular de Nutrición y Bromatología - Directora del proyecto BADALI, web de Nutrición. Instituto de Bioingeniería, Universidad Miguel Hernández
Doctor en Psicología Clínica. Director del Máster en Gerontología y Atención Centrada en la Persona (Universidad Internacional de Valencia), Universidad Internacional de Valencia
Psicóloga General Sanitaria. Directora del Centro de Psicología RNCR y PDI en la Universidad Internacional de Valencia, Universidad Internacional de Valencia
Profesora Asociada. Departamento de Medicina. Facultad de Medicina. Jefa de Servicio de Endocrinología y Nutrición. Hospital Universitario Virgen Macarena, Universidad de Sevilla