La novela ‘Bonjour tristesse’, que revolucionó las letras francesas por su tratamiento libre de la sexualidad femenina, se basó en una versión banalizada de la filosofía epicúrea clásica.
La poesía ha cruzado los umbrales del tercer milenio con más salud que nunca. Sigue siendo una experiencia minoritaria, pero hay más poetas y más lectores que en ningún otro momento de la historia.
“Haz siempre lo que temas hacer”, aconsejaba el filósofo Emerson. Es la disposición vital contraria a la timorata mediocridad y lo que hace que la vida sea digna.
La respuesta de la comunidad artística frente a la pandemia ha variado desde el silencio hasta lo autobiográfico. Recorremos tres estrategias artísticas en diferentes disciplinas, de las artes plásticas a la comedia televisiva.
Con la mediocridad como enemiga, y un acercamiento crítico al “yo” autobiográfico, la poesía de Caballero Bonald gira en torno a la memoria entendida como una desmemoria: sedimentos de recuerdos.
La gran escritora gallega vio denegadas sus peticiones de entrar en la Academia no una, sino tres veces. A pesar de su indiscutible éxito literario, los académicos rechazaban la idea de admitir a una mujer.
Tal fue el ansia dramática de Emilia Pardo Bazán, fallecida en Madrid un 12 de mayo de 1921, que Pérez de Ayala se refirió a ella como un “Lope con faldas”. Sus obras teatrales están siendo redescubiertas.
Las redes sociales han creado otras formas de leer en grupo, y nuevas figuras prescriptoras alejadas de las tradicionales: los ‘bookinfluencers’ y ‘booktubers’.
Aunque son más famosos los personajes que enloquecieron por causa de la lectura (como el Quijote o Madame Bovary), lo cierto es que leer tiene un poder sanador también explorado en la propia literatura.
Hace justo dos siglos, un 9 de abril de 1821, nació Charles Baudelaire, uno de los “poetas malditos”. ¿Qué significaba ser maldito? Renegar del éxito y del fracaso, de la actividad y del aburrimiento; amar la contradicción.
‘El tercer ojo’ es un libro que puso de moda la cultura tibetana en Occidente. Su contenido desató una enorme controversia debido a su falta de veracidad.
Traducir obras literarias es complejo. Quien traduce necesita tener en cuenta el contexto, pero no necesariamente compartir experiencia vital con los autores.
Su nombramiento en 1973 no le provocó gran entusiasmo; tampoco le gustaban las comisiones y labores de los demás académicos y se sentía, en propias palabras, un académico “de escaparate”.
La autora de los libros de Celia y la pionera compositora y directora de orquesta se conocieron en un Madrid de antes de la Guerra Civil en el que proliferaban asociaciones de mujeres.
Un clérigo protestante inglés convertido al catolicismo se interesó tanto por la literatura gótica y el ocultismo que acabó escribiendo el tratado más completo sobre vampiros.
La literatura iberoamericana forma parte activa de la gran conversación universal de las redes sociales. Hay cuatro autores que se sitúan entre los más citados.
Como autora feminista y revolucionaria en su uso de la lengua gallega, el aniversario de Rosalía de Castro (184 años) se ha convertido hoy en una celebración entre oficial y espontánea de la cultura de Galicia.
Leer obras literarias, especialmente si es con la guía de un crítico o un experto, ayuda a expandir la mente, reflexionar y desmenuzar los mensajes, separando “las voces de los ecos”.
En su brillante relato fantástico, Maupassant empleó el terror para abrirnos la puerta hacia nuestra otra existencia, la vida de ese doble que todos llevamos dentro.
La gran novela experimental de Joyce no solo no ha envejecido, sino que nos recuerda la importancia de romper las convenciones y buscar nuevas maneras de narrar el mundo que nos rodea.