La información que se divulga sobre incendios suele estar centrada en la extinción, Sin embargo, está emergiendo una nueva mirada que da protagonismo a la capacidad de adaptación de las comunidades rurales, convertidas en agentes de cambio.
El confinamiento ha afectado a nuestro comportamiento, pero no el deseo de viajar. Los viajeros hoy son más sensibles a incendios forestales y posibles enfermedades infecciosas que con respecto a antes de la pandemia. Sin embargo, sus preocupaciones por otros impactos del cambio climático han disminuido.
Un reciente estudio analiza dónde, cuándo y cómo se producen los incendios en el mundo. La temporada de incendios dura dos semanas más que antes y los fuegos son más intensos, aunque hay diferencias regionales.
Los incendios forestales de Maui son un duro golpe para la industria turística de la isla, que genera la mitad de sus puestos de trabajo. Pero Nueva Orleans y Kauai demuestran que la remontada es posible.
La región de Maui ha sido venerada por sus pueblos indígenas como lugar sagrado durante generaciones. Se cree que es el hogar de Kihawahine, una mujer que se transformó en diosa.
La simultaneidad de incendios extremos que desbordan la capacidad de los medios de extinción va a ser cada vez más frecuente. Es necesario poner el foco en la gestión forestal para evitar catástrofes y proteger a las personas.
El calentamiento debido al cambio climático no es la causa directa de los incendios de Asturias. La práctica totalidad de estos incendios son provocados, accidental o deliberadamente, por personas.
El verano de 2022 fue catastrófico en lo que respecta al fuego. ¿Hemos aprendido algo? ¿Se han intensificado las medidas de prevención para evitar que se repita la situación este año?
En un nuevo estudio, los autores exponen el papel que la escasa gestión del monte en áreas protegidas, las plantaciones comerciales y el estado del combustible tienen en la propagación del fuego.
Juli G. Pausas, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
Aunque calcinados, los árboles mantienen un entorno semiforestal beneficioso para la regeneración del bosque y la supervivencia del resto de seres vivos del ecosistema.
Los vegetales que viven en zonas propensas a incendios son capaces de ‘aprender’ y desarrollar estrategias para crecer más rápido allí donde menos llega el fuego y dispersarse lo máximo posible.
Los fuegos se están produciendo fuera de estación, con gran intensidad y simultáneamente en países europeos como España, Portugal, Francia, Grecia, Croacia y Turquía.
La conflagración de grandes incendios forestales durante la primera ola de calor de 2022 en España ha puesto en evidencia la urgente necesidad de reorganizar el sistema de defensa y la gestión del territorio.
Es necesario promover medidas para evitar el fuego, cada vez más frecuente y difícil de apagar debido al cambio climático, basadas en la gestión del bosque y los cultivos para evitar el acúmulo de combustible.
En junio de 2017 se produjo el primer incendio de sexta generación de la península ibérica en Pedrogão Grande (Portugal): ¿hemos aprendido algo desde entonces?
Muchas plantas son realmente buenas resistiendo los incendios forestales, pero la combinación de sequías, olas de calor y plagas de insectos acrecentadas por el cambio climático puede llevarlas al límite.
Apostar por productos de proximidad y de agricultura y ganadería extensivas contribuye a fomentar el uso del monte y, por tanto, a evitar que se instaure una vegetación continua que favorece el fuego.
Factores como la topografía, la meteorología y la estructura del paisaje influyen más en la virulencia del fuego que la inflamabilidad de los árboles, que no cambia demasiado entre especies.
Profesora Titular y miembro del grupo de investigación Ecología y Medio Ambiente y del Instituto de investigación IsFood, Universidad Pública de Navarra
Profesora de la Universitat Politècnica de Catalunya, investigadora del Centre d'Estudis del Risc Tecnològic y coordinadora del proyecto WUIVIEW, Universitat Politècnica de Catalunya - BarcelonaTech