El BCE avanza en su proyecto de creación del euro digital aunque todavía habrá que ver si logra el consenso necesario para su puesta en funcionamiento.
La tormenta bancaria desatada por la quiebra de SVB (originada por la rápida subida de tipos y una laxa regulación bancaria) ha hecho que se vuelva a hablar de la conveniencia de fomentar la unión bancaria en la zona euro.
Hace un año el autor mostraba su preocupación por la subida en los precios (que en septiembre de 2021 fue del 5,5%). La tormenta que se avistaba en el horizonte va tomando forma de estanflación: inflación sin crecimiento.
La economía europea vive un periodo de gran incertidumbre, las medidas del BCE dependen de factores externos (la guerra, las cadenas de valor…) y la credibilidad de la institución y del euro están en juego.
Se esperaba que 2022 fuera el año de la completa recuperación económica, pero la importante subida de precios del último año ha obligado al BCE a subir los tipos de interés. Y en Estados Unidos, más de lo mismo. Y ya se habla de recesión.
El BCE tardó, pero finalmente se subió al carro de las políticas restrictivas para contener la inflación. En la reunión del 21 de julio anunció una subida de 0,5 puntos de los tipos de interés, 0,25 más de lo que se preveía.
La gradual bajada de tipos de las últimas décadas ha variado el comportamiento de ahorro de los hogares. Cerrada la era de tipos negativos en la eurozona, se prevé que vuelva a haber cambios al respecto.
La única manera de controlar la inflación es alcanzar un pacto de rentas voluntario por el que todos los agentes económicos estén dispuestos a perder algo: los trabajadores algo de salarios y las empresas algo de beneficios. A cambio, los precios se moderan.
El crecimiento de la inflación ha hecho que EE. UU. haya subido los tipos de interés por primera vez en 22 años y que Europa se prepare para hacerlo. Pero las causas de la subida de precios son distintas y también lo pueden ser las consecuencias del aumento en los tipos.
Tras el parón de 2020 la venta de viviendas se ha ido recuperando, aupada por los bajos tipos de interés. Habrá que ver si la amenaza de la inflación hace variar esta tendencia.
El tiempo, y las crisis, han flexibilizado los objetivos de inflación del BCE. En 1998 debía ser menor al 2%, en 2003 por debajo pero en torno a esa cifra y desde julio de 2021 es del 2%, simétrico (ni arriba ni abajo) y a medio plazo (admite desviaciones temporales).
Aunque se espera que la vacunación mejore las perspectivas, nadie pierde de vista que la evolución de la pandemia está marcando el tono de la economía en 2021.
La forma más rápida de liberar recursos públicos es mediante la reestructuración o cancelación de la deuda pública. Imponer la forma habitual de pago en tiempos de crisis no hace más que profundizarla.
Los fondos europeos de recuperación son indispensables para la economía española. Pero quizás las transferencias no sean suficientes y acudir a los créditos aumentaría una deuda pública ya desmesurada.
Un dólar débil favorecerá las exportaciones de EE.UU., lo que tenderá a reducir el desequilibrio comercial estadounidense. Algo muy necesario para la economía norteamericana.
Un euro fuerte aleja el riesgo de inflación pero esconde peligrosas trampas: los productos de la zona euro se encarecen frente a los estadounidenses, perjudicando así a los exportadores europeos.
Uno de los retos más importantes de la aprobación de los presupuestos de 2021 será cómo financiar las reformas estructurales necesarias para conseguir una mayor recuperación a largo plazo.
Aunque con la desaparición del efectivo se reducirían el fraude fiscal, la venta de armas y el terrorismo, su eliminación chocaría de frente con el derecho a la privacidad y generaría nuevas desigualdades.
La Comisión Europea ha presentado un ambicioso plan de recuperación económica pos-COVID-19. No habrá solo préstamos, sino también subsidios. Pero la cantidad propuesta todavía es insuficiente para resolver la crisis.