Cuando llamamos verdad a algo que no se apoya en la realidad, perdemos la posibilidad del diálogo. La verdad es la base del contrato social y la confianza de un pueblo en sus dirigentes.
Los tuits de los partidos políticos buscan generalmente dividir, más que buscar consenso. Su finalidad suele ser deslegitimar al oponente y caen constantemente en la desinformación.
Lo sorprendente no es que los políticos mientan, oculten o falseen información. Lo novedoso es que dichas mentiras, aun cuando se desvelen como tales, hoy en día no parecen ser castigadas por el electorado. ¿Por qué ocurre esto?
Durante los meses de alarma sanitaria los periodistas no han parado de buscar historias, contrastarlas y verificarlas.Todos hemos sido testigos de un periodismo más riguroso donde testimonios y fuentes ayudaban a diferenciar la información de la desinformación.
La proliferación de noticias falsas constituye un desafío capaz de debilitar los pilares de la salud pública. Los ciudadanos tienen herramientas para combatir las intoxicaciones informativas. ¿Pero saben cómo usarlas?
En las últimas semanas, hemos escuchado hablar de desinformación y ‘fake news’ de manera repetida y con distintos objetivos.
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Los psicólogos cognitivos conocen la forma en la que trabaja nuestra mente. No sólo no nos damos cuenta de los errores y la información que sabemos falsa, sino que también la recordamos como cierta.