Algunas personas se tocan la cara hasta 23 veces cada hora, a pesar de que ese gesto propaga los gérmenes, como el coronavirus. Damos algunas pautas para dejar de hacerlo.
Vicente Soriano, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja
La dinámica de la transmisión del coronavirus hace pensar que en 4-6 semanas se alcanzarán los picos de nuevos casos y de mortalidad diaria por COVID-19.
En tres meses ya hay varias propuestas terapéuticas y vacunas contra el nuevo coronavirus. Jamás la ciencia había avanzado tanto en tan poco tiempo para combatir una epidemia.
Cuando cambiamos los horarios de dormir y comer los fines de semana, confundimos a nuestro reloj biológico. A largo plazo, esta mala costumbre puede hacernos engordar.
Una crisis como la actual no entiende de nacionalidades o patrimonios. Aunque ahora no sea momento para reivindicaciones sociales, sí puede servirnos para reflexionar sobre la desigualdad y el futuro.
Un economista especializado en desigualdad explica cómo un ingreso mínimo garantizado es justo lo que necesitan los trabajadores de bajos salarios y la economía estadounidense.
Podemos caer en la tentación de creer que, si el conocimiento científico de base es sólido e incuestionable, la decisión se resolverá de forma obvia. Sin embargo, esto no es así casi nunca.
En plena era de la medicina 5G es maravilloso comprobar que un poco de agua con jabón, una receta que ya conocían los fenicios, siga siendo una de las actuaciones higiénico-sanitarias más eficaces.
Aún no se sabe qué efecto tiene la temperatura en el coronavirus. Además, el factor estacional puede no ser relevante en una pandemia, debido a los movimientos de población y la transmisión entre los hemisferios del planeta.
El deseo erótico es irracional y es muy importante trabajarlo para poder mantenerlo. Hay diferentes factores que influyen sobre él: la salud mental, los factores ambientales y sociales… Este que estamos viviendo es un buen momento para trabajar la comunicación si nuestro deseo no está a la altura.
Para las familias más vulnerables, la pérdida de ingresos debido a la pandemia se traducirá en desigualdad económica, escasez de alimentos para los niños y en un reducido acceso a la atención sanitaria.
César San Juan, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
En situaciones de confinamiento como la que estamos viviendo, la violencia intrafamiliar se convierte en un problema añadido. No solamente hablamos de violencia de género, también de malos tratos a ancianos y a niños. Es previsible que los casos aumenten en estas semanas.
Castigar con la exclusión del espacio es una idea muy antigua que ahora se pone de manifiesto con la crisis del coronavirus. El pueblo ordenado y acuartelado se considera una maquinaria disciplinada. Nuestro comportamiento está regulado y nuestra mente, poco a poco, se irá adaptando a ese proceso por un motivo: es lo que se espera de nosotros.
Las medidas de control para superar la pandemia de COVID-19 afectan a unos y a otros sectores de población de manera radicalmente distinta. En la actual situación, casi distópica, se muestran con más claridad algunos determinantes sociales de la salud.
Una de las aplicaciones más populares entre los jóvenes y con más usuarios del mundo consigue viralizar el COVID-19 utilizando el humor. Miles de personas la están utilizando para sobrellevar mejor la pandemia a través de los vídeos caseros. Los expertos animan a usarla, pero siempre que se lea bien su política de privacidad.