La crisis del 2008, la de 2020 con el coronavirus y la de raíz energética que vivimos ahora están dejando un rastro de exclusión social que no puede siquiera solventarse durante los años que transcurren entre ellas. Hoy la exclusión social es crónica.
Las recesiones económicas son uno de los principales factores que impactan en el bienestar colectivo. ¿Qué canciones preferimos escuchar en esos momentos?
Manifestación de estudiantes contra la corrupción del Gobierno (Ciudad de Panamá, 2021).
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Los motivos inmediatos del descontento social son los mismos que en el resto del mundo: el aumento del precio del petróleo y la inflación. Pero las causas de la crisis en el país centroamericano, entre ellas la desigualdad y la corrupción, son mucho más profundas.
Se da la curiosa paradoja de que los funcionarios públicos son vistos como un colectivo privilegiado, a pesar de que los servicios que prestan son buenos. Esta imagen no ayudar a estabilizar a los 800.000 interinos de la administración pública en España.
Uno de cada cinco españoles cree que el coronavirus es un arma biológica diseñada por científicos para acabar con los derechos de los ciudadanos y establecer un sistema autoritario.
En 2020, y a causa de la pandemia, la inestabilidad, el miedo, la pérdida de confianza y la incertidumbre trajeron la parálisis económica a nivel mundial. El reto está en recuperar lo perdido.
Las empresas están al borde del colapso, los autónomos al límite de sus fuerzas y toda la esperanza que resta confía en los fondos europeos que invertirán las Administraciones públicas. Pero si estas partidas no se gestionan con celeridad, no habrá forma de reactivar la economía.
La pandemia plantea un riesgo de liquidez no solo para las pymes, sino también para las empresas cotizadas. Para evitar una crisis de liquidez global, los gobiernos deben intervenir otorgando préstamos.
El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, durante la presentación del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía española en el Palacio de la Moncloa el 7 de octubre de 2020.
Pool Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa
El plan de recuperación presentado por el Gobierno español es amplio y ambicioso pero se echan de menos políticas relativas a la reforma laboral, el control presupuestario o el sistema de pensiones.
Cuando apenas empezábamos a levantar cabeza tras la Gran Recesión, llegó el el SARS-CoV-2. Su impacto sobre la salud mental de la población podría ser importante.
El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, durante una de las jornadas del Consejo Europeo extraordinario.
Pool Moncloa/Fernando Calvo y Pool Consejo Europeo
Aunque esta crisis no ha sido producida por los desequilibrios económicos acumulados, ha cogido a España sin haber resuelto los problemas estructurales que le acompañan desde hace décadas.
El mantra de que más rápido y más barato siempre es mejor para los negocios debe replantearse a raíz de la pandemia.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante la reunión sobre la financiación para el desarrollo en la era Covid-19.
EC - Audiovisual Service / Etienne Ansotte
La Comisión Europea ha presentado un ambicioso plan de recuperación económica pos-COVID-19. No habrá solo préstamos, sino también subsidios. Pero la cantidad propuesta todavía es insuficiente para resolver la crisis.
Es posible avanzar hacia una economía más sostenible si se dirigen correctamente los flujos de dinero que se van a movilizar para recuperar la actividad económica.
Comercio durante la cuarentena en Buenos Aires.
Juan Ignacio Roncoroni/EPA
José Molero Zayas es catedrático de Economía Aplicada y miembro del comité de expertos que asesora al Gobierno en la crisis del coronavirus. En esta entrevista analiza el papel de la política científica y tecnológica en la recuperación de la economía y destaca la importancia de la inversión en I+D+i para no caer en errores pasados.
Si hasta la fecha el sector turístico ha sido capaz de sobreponerse con agilidad a las crisis, la severidad que caracteriza a la actual pandemia evidencia otra realidad y la exigencia de pensar en modelos de turismo más locales, sostenibles y menos masificados.
En cuanto superemos esta crisis, debemos aprender y trabajar tanto en la prevención de enfermedades como en un desarrollo económico sostenible antes de que sea demasiado tarde.
No podemos llamarnos a engaño. Estamos ante una crisis de alcance desconocido y que puede resultar devastadora, como se empieza a vislumbrar en las previsiones de evolución de todos los grandes indicadores macroeconómicos.
Investigadora del proyecto "Comunicación Científica y Divulgación en la Transferencia del Conocimiento en la Universidad", Universidad Complutense de Madrid