Ocho de cada 10 pacientes con covid-19 presentaban al menos un síntoma persistente desde los 14 días hasta las 16 semanas después de la infección aguda, aunque algunos efectos podrían durar más.
El concepto de sindemia no solo se refiere a una enfermedad que se extiende por zonas de todo el mundo, también tiene en cuenta cuestiones que no pueden abordarse solo desde el punto de vista biológico.
El arte ha actuado, y lo sigue haciendo, como una especie de vacuna para superar los efectos psicológicos del confinamiento o el semiconfinamiento. Hay muchos ejemplos de artistas que han realizado sus mejores obras en momentos de ansiedad. Así nos ayuda el arte a superar la pandemia.
En el alzhéimer, la pérdida neuronal en el locus coeruleus puede compensarse por un aumento de la actividad de las neuronas restantes. Esto podría explicar los síntomas de ansiedad en los pacientes.
Las alteraciones en la microbiota intestinal podrían contribuir a la depresión. Asimismo, los estados depresivos podrían inducir la modificación de la microbiota y con ello agravar más el trastorno.
En otoño aumentan los casos de depresión y ansiedad. En un año en el que todos estamos ya afectados por la pandemia, ¿qué va a pasar y qué podemos hacer?
Sabemos que el coronavirus ha generado importantes resonancias emocionales en los adolescentes. El desarrollo de una sólida inteligencia emocional les ayudaría a lidiar con las emociones difíciles.
Decidir implica encontrar un balance equilibrado entre emoción y razón. Pero, ¿quién o qué gestiona este balance? La respuesta se halla en nuestro cerebro.
Muchas personas están experimentando problemas de ansiedad que podrían evolucionar hacia alteraciones clínicas del estado de ánimo. Conocerlos es básico para prevenir un trastorno depresivo mayor.
preparación de infusión de ayahuasca.
Shutterstock / Dana Toerien
La ayahuasca es un té amazónico utilizado durante siglos con fines chamánicos y medicinales por las tribus indígenas. Estudios recientes revelan el posible uso de esta bebida como agente neurogénico.
La OMS estima que más de 300 millones de personas en el mundo sufren depresión. Un fenómeno psicopatológico incapacitante que impide a la persona llevar una vida normal y frusta a quienes le rodean.
Las circunstancias que rodean a la pandemia pueden generar respuestas negativas de estrés. Y, aunque el ser humano dispone de mecanismos para hacerle frente, puede tener consecuencias para el cerebro.
Es importante no confundir que nuestra pareja nos geolocalice a través del móvil o nos pida todas las contraseñas de nuestras redes sociales con una muestra de amor. Se trata de una forma de acoso y control entre parejas jóvenes y adolescentes que suele ser el preámbulo de problemas de relación más graves aún.
Según los primeros resultados del estudio PSY-COVID, el 35% de la población española estaría en riesgo de sufrir o habría presentado síntomas de ansiedad o depresión como consecuencia de la pandemia.
En algún momento de sus vidas, el 20% de los individuos europeos han tenido deseos de muerte, el 9% alguna idea suicida, un 2% ha elaborado un plan para intentar suicidarse y el 3% lo ha intentado.
Muy probablemente, el coronavirus nos pasará factura en términos de trastornos de depresión, una enfermedad del cerebro para la que cada vez hay más opciones de tratamiento.
Un estudio comparativo realizado en Italia, España y el Reino Unido muestra que la salud mental está en peligro, principalmente debido a restricciones prolongadas y a la incertidumbre económica.
Una de las caras más duras de esta pandemia está siendo la separación de abuelos y nietos. La soledad de los mayores, alejados de sus seres queridos, puede causarles graves problemas emocionales. Sin embargo, también puede suponer un momento para descansar y fortalecer la relación de familia.
Las personas que migran en situaciones extremas sufren problemas de salud mental que se transforman en miedos, migrañas, depresiones y situaciones de desapego muy graves. Hoy, en el Día Internacional del Migrante, nos acercamos a las patologías que sufren los migrantes del siglo XXI.
Una nueva investigación muestra que, además, los hombres que viven en las zonas más desfavorecidas tienen un 51% más de probabilidades de sufrir depresión que los que viven en zonas no desfavorecidas.
Profesor e investigador de la Sección de Genética Biomédica, Evolutiva y del Desarrollo. Director de la Cátedra de Neuroeducación UB-EDU1ST., Universitat de Barcelona