Personas de diferentes países reportan niveles diferentes de emociones, cuya relación con aspectos sociales depende del país y la cultura. La promoción de emociones positivas y la atención a la soledad deben ser prioritarias en las políticas sociales.
La ansiedad, la depresión o el mero aburrimiento pueden despertar un tipo de hambre que no tiene que ver con nuestras necesidades fisiológicas y que demanda alimentos poco saludables. ¿Cómo podemos hacerle frente?
El trastorno depresivo atrapa al paciente en una visión negativa del mundo que le rodea.
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Según la OMS, la depresión afecta a unos 280 millones de personas en el mundo. A pesar de ello, este trastorno sigue estando mal explicado y suele ser difícil de tratar. La ketamina podría ofrecer un enfoque innovador.
Acaban de salir a la luz dos estudios que confirman que la diversidad de la microbiota intestinal está involucrada de alguna manera en la depresión. Aunque no resuelven la incógnita de si el cambio en la composición de la microbiota intestinal es la causa de la depresión o la consecuencia.
Para los propensos al trastorno afectivo estacional, un cambio en el ciclo del sueño puede afectar a los niveles de energía.
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No es infrecuente que los enfermos graves alberguen un deseo de morir. Los profesionales asistenciales deben atender al paciente para averiguar sus posibles causas, al margen del dolor físico.
Los antidepresivos más usados se basan en potenciar la acción de la serotonina, pero recientes estudios cuestionan el papel hegemónico de ese neurotransmisor en la aparición del trastorno. ¿Hay alternativas?
Recientemente se ha autorizado en España el uso de la esketamina por vía intranasal para el tratamiento de pacientes adultos diagnosticados de Trastorno Depresivo Mayor resistente al tratamiento. ¿Resolverá el problema?
Según un estudio de los autores, el confinamiento forzoso que se impuso con mayor o menor intensidad en los países europeos está vinculado directamente a problemas de insomnio, ansiedad y depresión en las personas mayores de 50 años.
Efectivamente, un estudio en el que ha participado el autor apunta a que este patrón de alimentación tan en boga disminuye los síntomas depresivos. Y, en general, mejora el estado de ánimo.
Juan F. López Giménez, Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra (IPBLN-CSIC)
Nuevas investigaciones apuntan a que ciertos compuestos psicodélicos o alucinógenos podrían reparar los daños cerebrales causados por trastornos como la depresión.
El alcohol, el cannabis y el tabaco son capaces de provocar daños en el ADN.
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Las sustancias psicoactivas tienen consecuencias negativas bien conocidas para la salud. Pero también pueden cambiar la expresión genética de los usuarios y de sus hijos. He aquí cómo.
Perder a un ser querido, quedarse sin trabajo o romper con la pareja puede hacernos caer en una depresión. Pero hay otros muchos factores que lo favorecen, algunos genéticos y neurológicos, otros relacionados con la personalidad.
Tratar con una persona que sufre trastorno límite de la personalidad es complejo y las familias a veces no disponen de las herramientas suficientes para saber cómo afrontar lo cotidiano de estas relaciones.
La incidencia de la ansiedad y la depresión está aumentando al mismo ritmo que el uso de fármacos aprobados para tratarlas. Y, sin embargo, cada vez hay más casos de suicidios. ¿Qué está fallando?
A menudo las mujeres reciben un tratamiento farmacológico (que a veces no es eficaz) para aliviar su malestar psicológico. Para acabar con esta anomalía, se estudian estrategias alternativas.
Cada vez que la angustia o la preocupación nos invaden, es habitual que la mente se abarrote de pensamientos rumiantes o pensamientos obsesivos. Se trata de pensamientos dañinos, normalmente de intensidad elevada, que se mantienen durante largos períodos de tiempo.
A estas alturas hay pruebas irrefutables de que no se hace el mismo esfuerzo diagnóstico ni terapéutico en mujeres que en hombres. Entre otras cosas, las mujeres son infratratadas de enfermedades cardiológicas y coronarias.
El estrés puede provocar un desequilibrio en la microbiota y aumentar la permeabilidad de la barrera intestinal, favoreciendo que ciertos componentes bacterianos pasen a la sangre y alcancen el cerebro
Doctor en Psicología Clínica. Director del Máster en Gerontología y Atención Centrada en la Persona (Universidad Internacional de Valencia), Universidad Internacional de Valencia