Nos encontramos con un pueblo ucraniano que ha sido agredido externamente, con fe en la victoria y están dispuestos a luchar por ella. Pero ¿qué repercusiones podría tener sobre su salud mental?
La agresión rusa está generando una variedad de reacciones en África, algunas de ellas encontradas. Una es la consternación por una invasión que remite al reparto colonial del continente. Otra es la indignación por las imágenes de discriminación contra extranjeros africanos. La indiferencia tampoco está ausente.
Miguel Quemada, Universidad Politécnica de Madrid (UPM) and José Luis Gabriel Pérez, Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA - CSIC)
La fabricación de fertilizantes nitrogenados supone, aproximadamente, un 8,3 % de la energía consumida en el mundo.
Casi tres millones y medio de personas ucranianas han abandonado su país; la mitad son niños y niñas. Garantizar su bienestar físico es una prioridad, pero no podemos olvidar el efecto que la guerra puede tener sobre la salud mental infantil.
Los seres humanos tendemos a sentirnos culpables a veces por cosas que no hemos hecho intencionalmente. Esto es lo que les sucede, en ocasiones, a los refugiados de guerra. ¿Por qué?
La subida del precio de los carburantes ha hecho prender la mecha del descontento entre transportistas españoles que han parado el sector y exigen al Gobierno medidas que mejoren sus condiciones de trabajo, más allá de las ayudas al pago de los combustibles.
Las guerras y los genocidios parecen escapar a la lógica humana. Los estudios antropológicos sugieren que todo empezó con la expansión demográfica favorecida por la agricultura, la ganadería y el sedentarismo.
La guerra en Ucrania ha intensificado la atención europea hacia África. La actual crisis internacional puede constituir una ocasión para reconfigurar las relaciones entre Europa y África sobre otras bases.
Los refugiados ucranianos merecen nuestra solidaridad y acogida: es también una oportunidad para mejorar toda la política de inmigración y acogida de la UE.
Desde el desmoronamiento de la URSS, Ucrania y Rusia se han convertido en grandes exportadores. El principal destino de su trigo no es Europa sino los países de África y Asia.
A pesar de tener el segundo ejército más numeroso de la OTAN, Turquía no parece querer entrar en confrontación con Rusia. Su postura es la diplomacia discreta.
Miles de personas de todo el mundo se están apuntando para luchar en nombre de Ucrania. Pero las comparaciones con las Brigadas Internacionales de la Guerra Civil española son erróneas.
La nueva oligarquía rusa ha surgido al amparo del poder político del Kremlin. Con la guerra de Ucrania está por ver cómo las sanciones económicas afectan a las grandes fortunas o si estas son capaces de influir en las decisiones políticas de Putin para salvaguardarse a sí mismas.
Los modelos de personalidad ayudan a comprender la complejidad del comportamiento de las personas en actividades humanas como la educación, el trabajo o, como en el caso que hoy nos ocupa, la guerra.
El procedimiento por el que Ucrania entraría a formar parte de la UE ha comenzado, pero aún le queda mucho tiempo para formalizarse. Podría tardar hasta 10 años. Al contrario de lo que pueda parecer, el hecho de estar el país en guerra también impide que se agilice.
Es la primera guerra con testigos empoderados con teléfonos y dispositivos móviles, acceso masivo a las redes y conectividad. El activismo ha tomado internet de formas muy diversas.
Desde 1936 Turquía tiene la llave de acceso al Mar Negro desde el Mediterráneo por los estrechos del Bósforo y de Dardanelos. Con Putin atacando Ucrania, Turquía hace valer este derecho y prohíbe el paso de buques de guerra de países sin riberas en el Mar Negro.
Sophie Marineau, Université catholique de Louvain (UCLouvain)
La invasión rusa de Ucrania con el pretexto de ayudar a las repúblicas separatistas de Donbass recuerda inevitablemente a la guerra de 2008 en Georgia.
Profesora contratada doctora en Derecho Internacional Público. Vicedecana de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Universidad Loyola Andalucía