A veces resulta inevitable que los deportistas duerman mal, sobre todo la noche previa a una competición. En esos casos, echarse una siesta de al menos 20 minutos puede mejorar su rendimiento físico y cognitivo, evitar lesiones y ayudarle a ganar.
Todos experimentamos el duro trance que a menudo supone despertarse por la mañana. Este proceso se llama inercia del sueño y hay maneras de que no cueste tanto arrancar.
La Migdiada (La Siesta), Ramón Martí i Alsina, 1884.
Wikimedia Commons / Museu Nacional d'Art de Catalunya
El sueño diurno comporta múltiples beneficios para la salud, pero es importante tener en cuenta factores como la duración, el lugar y el momento en que lo llevamos a la práctica.
La irrefrenable pulsión de mover las piernas (sobre todo por la noche) puede repercutir muy negativamente en la salud mental y física de quienes la sufren.
Existen estudios sobre los momentos de la jornada en que niños y adolescentes están más alerta y aprenden mejor. Deberían tomarse en cuenta a la hora de diseñar las jornadas.
Un nuevo estudio revela que las personas de mediana edad que tienen pesadillas todas las semanas tienen cuatro veces más probabilidades de sufrir deterioro cognitivo.
Vinculada directamente a la obesidad, la apnea obstructiva del sueño impide la correcta respiración durante el descanso nocturno. Conlleva una plétora de males asociados, como trastornos cardiovasculares o un alto riesgo de sufrir accidentes.
Dormir lo suficiente es fundamental para gozar de salud. Pero ¿qué ocurre cuando nos ingresan en un hospital y, además de estar ingresados, no podemos descansar bien? Hay evidencias científicas de que podemos tardar bastante más en curarnos o empeorar.
Aunque parece que este tipo de sonido podría ayudar a conciliar el sueño, no todos los estudios avalan su eficacia. Lo que sí está comprobado es el efecto relajante de la música.
Muchos días laborables nos quedamos hasta las mil viendo una serie, charlando con amigos o practicando alguna afición. Y acabamos intentando recuperar las horas robadas al sueño durante el fin de semana. Ese desfase horario social no le sale gratis a nuestro organismo.
En España, aunque todo el territorio peninsular está en la misma franja horaria, hay mucha distancia entre los extremos. Por eso, los niños catalanes podrían estar durmiendo menos que los gallegos.
El fin último de dormir es reparar los daños que se acumulan en el ADN mientras estamos despiertos. Sobre todo, los daños del ADN de las neuronas. Solo si dormimos lo suficiente el sueño surte un efecto “reparador”.
Que no nos engañen. Usar filtros para bloquear la luz azul de las pantallas no protege la vista ni ayuda a dormir mejor. Para que las pantallas no nos espabilen lo mejor que podemos hacer es apagarlas e irnos a dormir.
Que el Diccionario de la Lengua Española defina lunático como aquel que “padece locura, no continua, sino por intervalos” refleja la arraigada creencia de que la luna llena puede perturbar el comportamiento humano. ¿Hay algo de cierto?
Diversos estudios han detectado cierta tendencia hacia una mayor duración de sueño en las noches de otoño e invierno frente a las de verano o primavera. Detrás de estas diferencias podría estar la melatonina, “molécula de la oscuridad”-
El momento de irse a dormir puede ser turbulento y difícil para quienes se sienten invadidos por pensamientos intrusivos antes de acostarse. ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo podemos modularlo?
Los trastornos del sueño pueden ser aterradores para quienes los padecen. Algunos suplementos naturales se publicitan como ayuda. ¿Son realmente útiles? Repasamos algunos de ellos.
Doctor en Psicología. Laboratorio del Sueño y Promoción de la Salud (Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento-CIMCYC), Universidad de Granada