El confinamiento nos ha cambiado. Algunos han optado por enfrentar la amenza a la defensiva. Otros han entendido que lo importante era la responsabilidad individual. En medio del descontrol, la sociedad ha reaccionado organizándose y la gente ha ha asumido que su vida ha cambiado, desde la velocidad hasta la forma en la que trata su propia intimidad.
La termografía infrarroja permite saber quién nos miente y también quién nos ama, determinar con objetividad si una persona siente ansiedad o detectar su afinidad ideológica.
¿Cómo vivirán los jóvenes el regreso a la normalidad? Dependerá de elementos como su necesidad de afiliación, su oposición a las limitaciones impuestas desde fuera y el rechazo a la pérdida.
Esta semana vuelve la liga de fútbol, aunque de momento, para evitar nuevos contagios, los aficionados tendrán que conformarse con seguir los partidos por televisión. ¿Cómo se adaptará el cerebro de los futbolistas a la nueva situación?
La xenofobia y el etnocentrismo son sentimientos que afloran especialmente en tiempos de crisis e incertidumbre. ¿Habremos aprendido esta vez? ¿Cómo será la convivencia entre culturas en esta ‘nueva’ normalidad?
Esta es una pandemia global, que afecta a millones de personas en todo el mundo. Una crisis en la que hemos entrado juntos y de la que debemos salir todos juntos. No existe otra posibilidad.
¿Por qué nos cuesta tanto elaborar un análisis racional, desapasionado y no partidista de las tradiciones, creencias y valores que adoptamos los grupos humanos?
La actual pandemia por la COVID-19 nos hace estar en continuo contacto con el duelo. No solo por la pérdida de seres queridos sino también por el duelo de no ver a familiares y amigos.
La epidemia ha permitido la aparición de supuestos expertos en materia sanitaria que hasta ahora permanecían ocultos, descubriendo el verdadero objetivo de muchos: servir a su agenda ideológica.
¿Cómo es posible que no se actúe y se permita un fraude o un error que puede tener consecuencias tan graves? La respuesta está en un fenómeno psicológico.
Los profesionales sociales y asistenciales se han convertido de golpe en superhéroes ante una pandemia que no les permite sucumbir, flojear ni abandonar. ¿Resistirán?
Desde los sanitarios hasta aquellos que sientan vacío por la ausencia de actividad prosocial, todos estamos haciendo algo para ayudar moralmente en esta crisis. A veces, contribuir al bien común de forma altruista es tan fácil como seguir una vida sencilla y dar ejemplo.
Con la COVID-19 acechando nos hemos visto, de la noche a la mañana, obligados a recluirnos en nuestras casas. En este contexto, la rutina puede jugar el papel de aliado o de enemigo.
En estos días nuestro estado de ánimo fluctúa entre el optimismo y el pesimismo con todos sus matices. Tras el atentado del 11-S, las personas sentían una mezcla de emociones relacionadas con la rabia y la tristeza, pero también con la gratitud y el amor hacia familiares. Así salieron de ello.
Las estrictas medidas de confinamiento suponen un gran reto para nuestra salud mental. Esta pandemia pone en primera línea el compromiso en el cuidado de los demás, especialmente de los mayores, y la protección de lo común.
Profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de Valencia - Codirectora de la Cátedra VIU-NED de Neurociencia global y cambio social - Miembro del Grupo de Investigación Psicología y Calidad de vida (PsiCal), Universidad Internacional de Valencia
Doctor en Psicología Clínica. Director del Máster en Gerontología y Atención Centrada en la Persona (Universidad Internacional de Valencia), Universidad Internacional de Valencia
Dra. en Psicología aplicada al ámbito Clínico y de la Salud. Directora del Centro de Psicología RNCR y PDI en la Universidad Internacional de Valencia, Universidad Internacional de Valencia