Es un problema que sigue intrigando a las mentes más inquietas, y para el que, quizá, ni siquiera haya respuesta. Pero preguntarnos qué es la conciencia humana mantiene viva la llama de la exploración y el asombro.
¿Por qué hay estudiantes excelentes en primaria que pierden la motivación en secundaria? La respuesta está en el desarrollo del cerebro y conocerlo nos da la solución.
Mientras Unamuno clamaba “que invente ellos”, Ramón y Cajal descubrió para el mundo cómo funciona el cerebro. Es, posiblemente, la figura más destacada del siglo XX español con el menos reconocimiento público. Este fue Cajal en su tiempo.
Al líquido cefalorraquídeo se le atribuye la función de retirar de las neuronas los compuestos tóxicos. Hasta ahora se creía que este sistema funcionaba, sobre todo, mientras dormimos, pero un nuevo estudio lo ha puesto en duda.
De momento las máquinas no cumplen los rasgos necesarios para la consciencia. Además, carecen de una mente y un organismo vivo capaz de construir representaciones sensoriales.
Una ruptura amorosa puede provocar en nuestro cerebro algo parecido a un síndrome de abstinencia que convierte el desamor en una de las experiencias más traumáticas y desconcertantes.
Un estudio reciente apunta a que las generaciones más jóvenes están experimentando un significativo engrosamiento de su encéfalo. Esto seguramente no nos hace más listos, pero puede ayudar a protegernos del deterioro cognitivo.
Según muchos neurocientíficos, es absurdo pensar que somos dueños de nuestros actos, ya que el comportamiento humano está condicionado por múltiples determinantes biológicos y ambientales. ¿Existe algún resquicio para la libertad?
Desde los años 60, las investigaciones han logrado descifrar el lenguaje cerebral y desarrollar dispositivos que hoy ayudan a restablecer las funciones motoras a pacientes con con lesiones medulares o ELA.
Neuralink ha anunciado que conseguirá leer el pensamiento humano con su implante cerebral ‘Telepathy’. Pero ¿qué hay de realidad? ¿A qué distancia estamos de leer la mente?
Generalizar nos ayuda a responder a los estímulos externos y adaptarnos al ambiente. Cuando lo hacemos en un grado demasiado alto acabamos teniendo reacciones exageradas que nos perjudican.
La inquietante sensación de haber vivido antes algo que no habíamos experimentado hasta ese momento tiene explicación: es un fallo de computación de ese superordenador que llamamos cerebro.
El éxtasis sensorial que caracteriza al orgasmo implica a una serie de zonas cerebrales que se activan o desactivan como si fueran los instrumentos de una orquesta.
Los gestos son tan fundamentales en nuestra comunicación que su progresiva adquisición (o no) durante la infancia puede servir para detectar problemas de desarrollo.
Las avanzadas técnicas de neuroimagen permiten determinar si nuestro cerebro se conserva bien o tiene más achaques de los atribuibles a la edad que marca el carnet de identidad. Saberlo sirve para predecir, por ejemplo, el riesgo de sufrir demencia.
Profesor e investigador de la Sección de Genética Biomédica, Evolutiva y del Desarrollo. Director de la Cátedra de Neuroeducación UB-EDU1st, Universitat de Barcelona
Investigador de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada / Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento, Universidad de Granada