La soledad no deseada en personas mayores aumenta y la puesta en marcha de experiencias intergeneracionales emerge como clave para la inclusión. El Ayuntamiento de Vitoria y varias investigadoras han puesto en marcha experiencias y actividades con personas mayores, de mediana edad y jóvenes para estrechar lazos y derribar estereotipos.
El envejecimiento es un factor de riesgo para sufrir soledad. Y cuando esta se convierte en crónica, puede deteriorar la salud mental a múltiples niveles: desde predisponer a sufrir demencia a aumentar las papeletas de caer en una depresión.
Es más frecuente en mujeres que en hombres y ocurre más en adultos jóvenes. Conlleva un enorme coste social al estar asociada a mayor coste sanitario y pérdida de productividad y de calidad de vida.
Quienes sufren ansiedad social temen exponerse a situaciones que hacen que la gente se fije en ellos, en su comportamiento y en su apariencia física. Por eso prefieren las relaciones virtuales.
Si ya es difícil hablar de la soledad en general, más complejo resulta hablar de la soledad femenina, ya que pocas mujeres escribieron sobre ello. Las visiones que conservamos son mayoritariamente testimonios masculinos.
Actuaciones preventivas individuales para evitar la soledad no deseada y el estrés prolongarían la vida con salud y ahorrarían gastos al sistema sanitario.
Mayores de entre 61 y 91 años y niños de primaria han aprendido juntos a disfrutar de la lectura y a crear puentes, muy necesarios, entre generaciones.
Los medios digitales han saturado a muchas personas durante la pandemia, pero para los jóvenes fueron una tabla de salvación que llenó su soledad. En algunos casos, se han convertido casi en su única forma de socializar.
No hay duda de que es imprescindible el aislamiento de personas infectadas por covid-19. Pero es discutible la respuesta que dimos al desgarro de quienes quedaron desconectados de sus seres queridos.
Estar solo, sin sentirse solo, es un placer. Por eso se habla de “soledad deseada” y disfrutada. Por el contrario, sentirse solo es una percepción personal asociada a sentimientos negativos y desagradables.
Internet y las redes sociales han introducido en nuestras vidas la posibilidad de disponer de estímulos infinitos e inmediatos que nos dispersan y nos distraen y nos llevan hacia una soledad ruidosa. Noreena Hertz analiza las dificultades por las que atraviesa el sistema democrático y la sensación de soledad que parece envolver al siglo XXI, en el Foro TELOS: Repensar el futuro.
Por asombroso que resulte, la elevada riqueza de nuestra flora intestinal se asocia a niveles bajos de soledad, a mayor sabiduría y a una tendencia acentuada a aprovechar el apoyo social disponible.
La radio es una buena compañera para las personas que viven solas, pero lo fue especialmente para los mayores de 65 años durante el confinamiento. Acompañamiento, apoyo emocional, entretenimiento y cercanía son las mayores virtudes de este medio para los mayores.
Existen grupos que son especialmente vulnerables a situaciones de crisis. Pero hay, también, una serie de dimensiones de personalidad, estilos cognitivos y estrategias de afrontamiento que son clave.
Iker Badiola, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
En los 50, los habitantes del pueblo de Roseto (EE UU) apenas sufrían enfermedades vasculares. Su secreto no estaba en la alimentación ni en su genética, sino en su sentido de comunidad.
Busquemos lecciones positivas en la pandemia: la filosofía nos ayuda a salir del catastrofismo; la ética, a entender lo que deberíamos hacer y no hacemos. Resistirse al desprecio de la verdad y al avance de la soledad.
Aunque los niños y adolescentes suelen adaptarse a situaciones novedosas, el confinamiento ha perjudicado su bienestar emocional. Durante los meses de “encierro” los niños españoles lo pasaron peor que italianos y portugueses debido a unas medidas más restrictivas.
Desde el comienzo del confinamiento hasta hoy las familias han vivido en una montaña rusa de situaciones y emociones diferentes. Sin embargo, han aprendido de esta experiencia y hoy muchas relaciones familiares se han vuelto más sólidas.
La pandemia ha agravado muchos de los problemas de los mayores, como la soledad y la dependencia. Las nuevas tecnologías y la innovación social ofrecen una oportunidad para mejorar su calidad de vida.
Trabajadora Social. Investigadora en Fundación para la Investigación e Innovación Biosanitaria en Atención Primaria (FIIBAP). Profesora de Grado y Máster en la Facultad de Trabajo Social, Universidad Complutense de Madrid
Docente del departamento de Didáctica y Organización Escolar. Facultad de Educación de Bilbao, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Doctor en Psicología Clínica. Director del Máster en Gerontología y Atención Centrada en la Persona (Universidad Internacional de Valencia), Universidad Internacional de Valencia
Profesora del Departamento de Psicología Clínica y Psicobiología. Psicóloga y Supervisora en la Unidad de Terapia de Conducta, Universitat de Barcelona
Profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Facultad de Educación de Bilbao, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea