Esta no es una crisis cualquiera. La pandemia ha transformado el concepto de turismo de masas con el que estamos familiarizados. Se necesitan nuevas ideas para que la calidad y la sostenibilidad se impongan a la cantidad para reflotar un sector básico en la economía.
Las solerías y fachadas de los edificios señoriales y monumentos de nuestras ciudades suelen atesorar un rico patrimonio geológico, que nos permite narrar historias del tiempo apasionantes.
En las películas, las ciudades ya no son meros decorados. Cada vez más, son protagonistas de las historias, que no serían las mismas rodadas en otro lugar. Es el “space system”, gracias al que se produce más cine.
Dado el complicado panorama económico, sería interesante hacer reformas que garanticen el crecimiento económico futuro. Se debe racionalizar el gasto público y hacerlo más eficiente a nivel local, autonómico y estatal.
La enorme dependencia de España del mercado británico, principal emisor de turistas, pone en riesgo la incipiente recuperación experimentada en las últimas semanas.
El parón en la actividad turística no ha borrado las huellas del impacto humano en las dunas de Maspalomas. Los cambios que han experimentado durante el confinamiento son fundamentalmente estéticos.
El turismo tiene la capacidad de despertar deseos y satisfacerlos, de ocupar territorios y de subrayar las diferencias entre los grupos sociales. Por todo esto se suele afirmar que el turismo es otro de los nombres del poder.
Las famosas islas en las que Darwin elaboró su teoría de la evolución también sufren el sobreturismo. La pandemia de COVID-19 puede empeorar su situación.
Las medidas de contención de la COVID-19 han transformado el paisaje sonoro de nuestras ciudades durante el confinamiento, sobre todo en aquellas sometidas a una gran presión turística.
La pandemia sigue azotando y no solo a nivel sanitario. En seis meses todos los parámetros vitales (dinero, viajes, trabajo, relaciones, entorno, consumo…) han cambiado en todo el mundo y quizás de forma permanente.
Las visitas virtuales o mixtas a espacios protegidos permiten reducir la contaminación y otros perjuicios que los turistas pueden ocasionar al entorno y los animales.
La crisis de la covid-19, la mayor en la zona desde la Gran Recesión, se manifestará mediante la caída en la demanda y los precios de sus exportaciones, el desplome del turismo, la disminución de las remesas.
La OIT señala que el aumento del paro juvenil a causa de la pandemia (un incremento del 15%) solo se resolverá con políticas activas de empleo y políticas educativas.
España necesita implantar con urgencia un modelo turístico sostenible, basado en el conocimiento, en el que las tecnologías de vanguardia son el complemento esencial para mejorar la gestión empresarial, la competitividad de los destinos y el bienestar de turistas y residentes.
La patronal turística exige un papel protagonista en las relaciones entre sociedad, Estado y mercado. Por un lado, reclama dinero público para salvar sus cuentas, pero por otro no ahorra la crítica constante a la intervención del Estado en la economía.
La estrategia para superar esta crisis pasa por fortalecer las relaciones entre competidores. Los que rivalizan por el gasto turístico ahora deben cooperar y recuperar la confianza del turista.
Si hasta la fecha el sector turístico ha sido capaz de sobreponerse con agilidad a las crisis, la severidad que caracteriza a la actual pandemia evidencia otra realidad y la exigencia de pensar en modelos de turismo más locales, sostenibles y menos masificados.
Xavier Ginesta, Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya
Los grandes clubes de fútbol contribuyen a la industria del turismo deportivo en España. Pero la COVID-19 ha cambiado los planes de estas “multinacionales del entretenimiento”. Analizamos el caso del Barça.