¿Por qué tocar instrumentos musicales cambia el cerebro más allá de la audición y la motricidad? El razonamiento y la memoria se ven reforzados. Analizamos las posibles causas.
Cada vez que un deportista al que seguimos llega a una final, vibramos de emoción. Y si gana, sentimos la victoria casi como si fuera nuestra. También a nivel cerebral, según ha demostrado la neurociencia.
¿Por qué tenemos gustos tan distintos y cambiantes sobre lo mismo? ¿Por qué amamos lo que otros detestan, y al contrario? ¿Cómo es posible que deje de gustarnos algo que nos encantaba, o a la inversa?
No se sabe muy bien de dónde salió este falso mito, uno de los más persistentes de la neurociencia. En realidad, lo utilizamos al 100%, aunque desconozcamos en buena medida cómo.
Concentrarnos en lo que hay y no en lo que falta cuando realizamos comentarios apreciativos de nuestro trabajo o el de otros, colabora a relaciones personales y profesionales más productivas.
Apoyándonos en análisis y estudios existentes sobre métodos educativos, podríamos tomar decisiones más informadas. Aunque la educación no sea una ciencia exacta, hace falta más método científico.
¿Cómo son las neuronas que nos hacen ser más o menos competitivos en cada circunstancia? Los biólogos las han localizado. Y han concluido que nos esforzamos más o menos por triunfar en función del rango social de nuestros contrincantes.
No es cierto que los seres humanos utilicemos solo el 10 % del cerebro. Ni que haya que beber 8 vasos de agua para que no encoja. También es incierto que unas personas tengan un procesamiento mental creativo u holístico y otras analítico, debido a un funcionamiento predominante del hemisferio izquierdo o derecho.
La inteligencia media de las mujeres y los hombres es similar, pero ciertas aptitudes cognitivas difieren entre ambos sexos, así como sus rangos de variación en el cociente intelectual. ¿Por qué? La ciencia lo explica.
Estudiar siempre fue tarea exigente, pero en nuestra época se ha convertido en una proeza casi imposible para los adolescentes rodeados de estímulos. Proponemos algunos trucos eficaces.
Los sueños tienen sentido, aunque a veces no lo parezca. Es más, tienen una finalidad concreta: afrontar aquellos asuntos que hemos dejado “sin resolver”.
Dice el neurocientífico Rodrigo Quian Quiroga que si estamos permanentemente pendientes de lo que nos llega a través de Whatsapp o el correo electrónico podemos correr la misma suerte que el personaje borgiano Funes el Memorioso. En la última edición del Foro TELOS: Recordar el futuro ha confesado que le preocupa que la tecnología acabe matando la imaginación y la creatividad.
Han pasado casi dos meses desde que arrancó 2022 y nos cargamos de “buenos propósitos”. Que los hayamos alcanzado o no depende de muchas cosas, entre ellas la resistencia del cerebro a deshacerse de hábitos y la gestión de la espera.
El dualismo razón/sentimiento ha sido rebatido por la neurociencia. Estamos en una época del sentir falso, a la de la “sensología”, sin acrecentarlo con juicios y pensamientos.
De los tres tipos de memoria (sensorial, de trabajo y de largo plazo), las dos últimas son indispensables para aprender. Hay que enseñar a trabajarlas en clase para evitar la memorización sin sentido.
Profesor e investigador de la Sección de Genética Biomédica, Evolutiva y del Desarrollo. Director de la Cátedra de Neuroeducación UB-EDU1st, Universitat de Barcelona
Investigador de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada / Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento, Universidad de Granada